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jueves, 8 de diciembre de 2016
miércoles, 30 de noviembre de 2016
Lo que escribo no tiene que ver con la literatura peruana
Isabel Sabogal, nieta del pintor José Sabogal, ha vivido entre el Perú y Polonia, y ese espíritu de viajera intercultural se percibe en su singular obra literaria. Su novela Un universo dividido (1989, reeditada en 2016), tiene como protagonista a una niña que desciende de ángeles, demonios y humanos. En una narración en primera persona, va descubriendo extraños espacios poblados por criaturas sinuosas del universo católico, en una huida angustiante que por momentos parece un encierro en movimiento. Sin duda, una novela muy rara para nuestro continente y, quizá, para el idioma español.
P. Disculpe por la pregunta obvia, pero siendo la suya una obra tan particular, debo consultarle por sus lecturas.
R. Me es difícil decirlo. Las influencias de Polonia son muy fuertes, el polaco fue mi primera lengua literaria. Mi libro de cabecera antes y durante la escritura de mi novela fue El manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki, un texto fantástico con muertos y apariciones. No es una novela típica de la literatura polaca, pero las influencias de esa parte del mundo son fuertes. Del lado peruano están Isaac Goldemberg y José María Arguedas, la recopilación que hace con Francisco Izquierdo de Mitos y leyendas del Perú es fascinante. También me marcaron las historias de condenados, mujeres que se convierten en chanchos o en burros, no necesariamente como obra escrita sino de cuentos que he escuchado.
P. Sin embargo, en su obra se usan solo referentes occidentales universales…
R. La novela está enmarcada en el universo católico. A mí misma me asombra, pues mi familia, si bien es católica, nunca fue muy practicante, pero en mi niñez en Europa me marcó la iconografía religiosa. A los doce años tuve un acercamiento muy fuerte al catolicismo, me puse a leer los evangelios; a los diecisiete años lloraba frente a la imagen de Cristo en el Gólgota, con el cáliz donde está el sufrimiento de la humanidad.
P. ¿Es usted creyente?
R. Sí, pero no de la manera más tradicional. Soy ascendente Piscis, eso nos hace muy creyentes.
La escritora es asimismo astróloga, oficio al cual se ha dedicado ocasionalmente en sus años viviendo en Cusco. Su visión del mundo es amplia como el cosmos pues descree de los regionalismos y las corrientes literarias. Esa libertad contrasta con el destino de su protagonista, a quien durante toda la novela le dicen qué debería hacer, tanto criaturas demoníacas como celestiales, y aun sus parientes humanos.
P. Esta protagonista que lucha por ser ella misma a pesar de las restricciones, ¿es un aporte al feminismo?
R. Me sorprende eso. El último calificativo que se me hubiera ocurrido era ‘feminista’. Fue algo inconsciente profundizar en las normas que se le indican a una mujer.
P. Sin embargo, creo que muchas personas pueden identificarse con su protagonista…
R. En la novela se especifica que ella, como un ser triple, demoniaco, humano y angelical, es alguien único en el universo entero. Es la única que cruza el camino que separa el Cielo del Infierno. No sé si todos se pueden identificar con eso, pues ella se siente aislada de los demás.
Este aislamiento de la protagonista sí se parece al destino original de la novela, que fue muy difícil de publicar.
R. Luis Alberto Ratto me dijo que no la entendía, pero me contactó con Washington Delgado, quien alabó el manejo del lenguaje y preguntó por qué no escribía algo más realista. Estuardo Núñez alabó mi poesía, pero me dijo sobre mi novela que “hay que escribir lo que está a la moda”. Solo que a mí la moda nunca me ha interesado, ni siquiera para vestirme. Luego, ante una convocatoria del Instituto Nacional de Cultura, me enviaron una carta diciendo que “la autora no conoce la realidad peruana”, como si eso tuviese algo que ver con la literatura. Del otro lado, Ricardo González Vigil me recomendó leer El Señor de los Anillos y Honorio Ferrero me acogió como su discípula, empezó a prestarme libros.
Si publicar la primera edición fue una odisea, tres días después de la presentación Sabogal emigró con su familia a Polonia, preocupada por el avance del terrorismo en el Perú. Quizá por eso no tuvo una repercusión muy grande en su momento.
P. ¿Considera que hoy hay más apertura para este tipo de novelas?
R. En el mundo editorial, sí. Bueno, mi novela se ha vuelto a publicar luego de veintisiete años, en parte gracias a los encuentros de literatura fantástica que organiza Elton Honores donde volvió a hablarse de ella. Sin embargo, siento que lo que yo escribo no tiene nada que ver con lo que hacen otros escritores de literatura fantástica en el Perú. Me siento como el personaje de la novela, totalmente aislada y diferente.
domingo, 30 de octubre de 2016
Invitación a la noche gótica
Raúl Quiroz, Hans Rothgiesser, Isabel Sabogal, Miguel Ángel Vallejo y José Donayre celebrarán El Día de las Ánimas con una particular discusión sobre la literatura vinculada con el más allá, a partir de sus experiencias narrativas en la Colección Anatema de Ediciones Altazor. Los interesados deben asistir psíquicamente protegidos. ¡Están avisados!
Nombre del evento: Noche gótica
Lugar: Feria del Libro "Ricardo Palma"
Sala: Antonio Cisneros
Dirección: Av. Malecón de la Reserva 1, Miraflores
Fecha: Lunes 31 de octubre del 2016
Hora: 8 p.m.
Ingreso libre
lunes, 24 de octubre de 2016
La novela "Un Universo dividido" en el III Congreso Internacional de Narrativa Fantástica
Estimados lectores. La novela "Un Universo dividido" estará a la venta en el III Congreso Internacional de Narrativa Fantástica que se realizará del 26 al 29 de octubre de este año.
Lugar: Casa de la Literatura Peruana, sita en la Antigua Estación de Desamparados, Jr. Anchash 207, Lima.
Los interesados en el programa del Congreso pueden verlo en el siguiente enlace:
viernes, 21 de octubre de 2016
miércoles, 5 de octubre de 2016
sábado, 17 de septiembre de 2016
Sobre "Cerro de arena" y "Nubelandia" de Joanna Bator
Hace algún
tiempo acabé de leer las novelas Cerro
de arena
(Piaskowa Góra)
y
su continuación Chmurdalia,
título que podríamos traducir como Nubelandia
o La
región de las nubes lejanas
de Joanna
Bator.
En estas dos novelas, a través de las peripecias de los personajes y
sus familias, contadas con una ironía no extenta de ternura, vemos
relatada la historia de la Polonia del siglo XX y de inicios del XXI.
Está pues la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración.
Pero con más fuerza, por ser la historia de los personajes
principales, la de la así llamada “repatriación” - es decir del
traslado forzoso de la población polacoparlante de lo que antes de
la guerra fuera la parte oriental de Polonia, y que pasó a ser parte
de la Unión Soviética - a terrenos que antes de la guerra
pertenecieron a Alemania y que pasaron a ser parte de Polonia; y de
los cuales fueron expulsados los germanoparlantes. En el caso de esta
novela hablamos de la ciudad minera de Wałbrzych
(en alemán
Waldenburg), adonde llegan y se encuentran los padres de Dominika
Chmura. (¿Es casual que Chmura, el apellido del personaje principal,
signifique nube?)
¿De
dónde llegan? El padre de Dominika, Stefan Chmura, es hijo de una
unión ilegítima, cosa de la que su hija jamás llega a enterarse.
La madre de Stefan, Halina, accede a tener encuentros fortuitos con
el chico que baila con el oso durante las funciones de un circo ruso que
pasa por su
pueblo natal
en Bielorrusia.
Nueve meses después nace el niño, quien como bastardo, es tratado
como la vergüenza
de la familia y aceptado por caridad en casa del hermano de Halina.
Al terminar la guerra y darse la repatriación, la madre comprende
que ésa es la oportunidad de su vida. En medio del caos reinante,
aprovecha una parada del tren para cambiarse de
vagón, e
ir entre gente desconocida, con su esposo, el herrero Władek
y
el
niño,
a un lugar donde nadie sepa que su hijo es un bastardo. Llegando a
Wałbrzych
registra al niño
como nacido cuatro años después de la fecha real de su nacimiento,
para hacer coincidir las fechas, e inscribirlo como hijo legítimo de
su matrimonio. En cambio Jadwiga
Maślak,
la madre de Dominika llega de un pueblo que no fue afectado por la
repatriación,
por encontrarse dentro de los límites de la actual Polonia, invitada
por un tío que luego de la guerra fue a buscar suerte
a Wałbrzych.
Dominika
nace pues en la Polonia de postguerra, como fruto de un experimento
social, dirigido desde arriba, que convirtió a campesinos, herreros
y molineros en obreros y mineros. Cuando
llega al mundo, sus padres ya
están viviendo en la recientemente construida Unidad Vecinal Cerro de arena, nombre que le da
título al libro. Conforme va creciendo se percata que no se parece
físicamente a nadie de su familia y que se diferencia incluso de la
mayoría de los niños del colegio. Cuando avanza por la calle le
dicen “judía” y “gitana”. Esa sensación de otredad hace que
haga amistad con el otro niño “diferente” de la clase, Dimitri,
hijo de una familia griega, quien a pesar de haber nacido en
Wałbrzych,
sabe desde pequeño
que es un lugar al que no pertenece
y en el que está solo de paso.
Al cabo de un tiempo Dimitri se va con toda su familia y Dominika se convierte en una hermosa adolescente, quien sigue mirándose al espejo, hurgando entre los recuerdos familiares y preguntándose de donde le viene ese aspecto tan diferente al de los suyos. Pasa las vacaciones en el campo donde su abuela materna, Zofia. Y es allí, donde se entera de golpe, a raíz de la visita inesperada de un historiador, que su abuela ocultó durante la guerra en el desván de su casa a un judío llamado Ignacy Goldbaum. (Recordemos que en Polonia, durante la Segunda Guerra mundial, toda persona que estuviera en la misma casa en la que se encontraba un judío, era fusilada de inmediato por los nazis). El visitante saca la foto de Goldbaum, quien luego de la guerra se casó y estableció en Pasadena. En la foto Dominika reconoce sus propios rasgos en los rasgos de la hija de Goldbaum, quien pareciera ser su hermana mayor.
Al cabo de un tiempo Dimitri se va con toda su familia y Dominika se convierte en una hermosa adolescente, quien sigue mirándose al espejo, hurgando entre los recuerdos familiares y preguntándose de donde le viene ese aspecto tan diferente al de los suyos. Pasa las vacaciones en el campo donde su abuela materna, Zofia. Y es allí, donde se entera de golpe, a raíz de la visita inesperada de un historiador, que su abuela ocultó durante la guerra en el desván de su casa a un judío llamado Ignacy Goldbaum. (Recordemos que en Polonia, durante la Segunda Guerra mundial, toda persona que estuviera en la misma casa en la que se encontraba un judío, era fusilada de inmediato por los nazis). El visitante saca la foto de Goldbaum, quien luego de la guerra se casó y estableció en Pasadena. En la foto Dominika reconoce sus propios rasgos en los rasgos de la hija de Goldbaum, quien pareciera ser su hermana mayor.
Como
parece que la tendencia a vivir amores prohibidos le viene de
familia, Dominika se enamora de un cura, el padre Adam, quien dicta
las clases de religión en la parroquia y organiza los retiros de los
jóvenes. La novela pues podría ser subtitulada como el libro
de los amores prohibidos.
Como ésta es una novela de historias que se entrelazan, conocemos
también la historia de la familia del padre Adam, familia que llegó
repatriada a la ciudad de Wrocław
(Breslavia). Dominika ingresa
a la facultad de matemáticas en la Universidad de Varsovia,
ciudad
a la que, con la anuencia de su abuela Halina, está
a punto de fugarse con el padre Adam. Pero intervienen el párroco y
la madre del cura, ofreciéndole a éste un pasaje para esa misma noche a
Roma, donde ya se le ha gestionado una beca para que estudie teología
en el Vaticano. El padre Adam cede, sin siquiera despedirse de Dominika.
Ella por su lado tiene un accidente y no llega nunca a Varsovia. Pero
como los tiempos han cambiado, no hay un niño de por medio.
En
Nubelandia
(Chmurdalia), continúan las peripecias de Dominika Chmura, pero ya
fuera de Polonia.
Trabaja a la negra en Alemania, y llega luego a Nueva York, donde
consigue el increíble trabajo, remunerado por cierto, de leerle en
polaco a Eulalia Barron, señora mayor judía, proveniente de
Cracovia, quien va perdiendo la vista. La historia de Eulalia y su
familia es otra de las historias entrelazadas en el libro. Dominika
retorna recién a Polonia para despedirse de su abuela paterna Halina
y luego enterrarla. En su lecho de muerte Halina quiere revelarle
su mayor secreto,
pero ya apenas puede hablar, empieza a balbucear en bielorruso y
repite la palabra “oso”. Y así Dominika jamás llega a enterarse
que su verdadero abuelo era el ruso que bailaba con el oso y no
Władek
Chmura, apodado
el
melancólico,
porque jamás
pudo superar el dolor de dejar de ser herrero para convertirse en el
jefe de meseros del local principal de Wałbrzych,
en un mundo en el que los caballos dejaron de tener importancia.
Dominika retorna posteriormente a recoger a su madre, Jadwiga, para llevarla a la isla de Kárpatos en el mar Egeo, de donde proviene la familia de Dimitri, con quien mientras tanto se ha reencontrado en Londres. En Londres también es donde se gana una beca para estudiar fotografía y empieza a hacerse conocida en el rubro. De alguna manera su historia es la historia de una gran mayoría de jóvenes polacos, que han optado por hacer su vida fuera de Polonia, y para quienes las fronteras ya no son un límite.
Dominika retorna posteriormente a recoger a su madre, Jadwiga, para llevarla a la isla de Kárpatos en el mar Egeo, de donde proviene la familia de Dimitri, con quien mientras tanto se ha reencontrado en Londres. En Londres también es donde se gana una beca para estudiar fotografía y empieza a hacerse conocida en el rubro. De alguna manera su historia es la historia de una gran mayoría de jóvenes polacos, que han optado por hacer su vida fuera de Polonia, y para quienes las fronteras ya no son un límite.
Ésta
es tan sólo una pincelada de una trama mucho más compleja, con
otros personajes que ni siquiera hemos mencionado, como Grażynka
Ropuch y sus “tías”,
Sara, Icek Katz y otros, cuyas historias se entrelazan con las de los
personajes principales. Por lo que recomendamos la lectura de ambos
libros a quienes dominen el polaco o alguna lengua a la que éstos
hayan sido traducidos.
Finalmente
quisiera agradecer a la Embajada de Polonia en Lima, gracias a cuya
biblioteca, tenemos acceso a lo más reciente de la literatura
polaca.
Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Fichas bibliográficas:
Joanna Bator: "Cerro de arena" (Piaskowa Góra)
Joanna Bator: "Nubelandia" (Chmurdalia)
Varsovia, Wydawnictwo W.A.B., 2009 - 2010
Idioma: Polaco
Fichas bibliográficas:
Joanna Bator: "Cerro de arena" (Piaskowa Góra)
Joanna Bator: "Nubelandia" (Chmurdalia)
Varsovia, Wydawnictwo W.A.B., 2009 - 2010
Idioma: Polaco
lunes, 15 de agosto de 2016
Lima - se realizó presentación de la novela "Un Universo dividido" de Isabel Sabogal
El día martes 26 de julio de este año se realizó la presentación de la novela "Un Universo dividido" de Isabel Sabogal con ilustraciones de José Gabriel Alegría. El acto se realizó en la sala "Ciro Alegría" de La Feria Internacional del Libro de Lima. Luego de unas palabras introductorias y una breve presentación de la escritora por parte del Sr. Willy del Pozo a nombre de Ediciones Altazor, comentó la novela el Sr. Elton Honores, estudioso y promotor de la literatura fantástica en el Perú. Habló luego la autora de la novela, dando un testimonio de las circunstancias en que ésta fue creada y comentando algo de la trama de la misma. Finalmente, luego de una breve presentación del escritor por parte de Willy del Pozo, dio su testimonio el Sr. Carlos Enrique Freyre, autor de la novela "Maxente", que se presentó simultáneamente. El novelista llegó para tal fin desde la ciudad de Arequipa. Ambas novelas forman parte de la colección "Anatema", dedicada a la literatura fantástica, de Ediciones Altazor; "Maxente" con el número 15 y "Un Universo dividido" con el número 16. Se sirvió luego un vino de honor.
Organizó Ediciones Altazor.
Organizó Ediciones Altazor.
sábado, 6 de agosto de 2016
"Un Universo dividido" por Carlos Rengifo
En
un ambiente casi de ensueño, con situaciones, episodios y extrañezas
que ingresan en lo fantástico, una mujer "sin nombre" se
ve envuelta en oscuros y luminosos espacios, pues debe transitar, a
costa suya, por el camino de tres dimensiones: la Tierra, el Cielo y
el Infierno. Hablando con ángeles y demonios, la protagonista
recorre, asombrada, diferentes sitios fuera de lugar y de tiempo, a
través de una sobria narración con escondidos aires poéticos. La
travesía dantesca va cambiando e intercalándose con panoramas
celestiales, en los que ciertas interrogantes vivenciales surgen para
hallar y comprender el origen de la esencia de quien, atrapada en
estos entornos, no logra discernir lo real de lo mágico maravilloso.
Con un tono privado que, al correr de las líneas, adquiere un ritmo
cadencioso de múltiples sensaciones, Un
Universo dividido,
de Isabel Sabogal, se adhiere a los relatos de un misticismo interno.
Texto de la contracarátula
Lima, Ediciones Altazor, 2016
miércoles, 3 de agosto de 2016
"Un Universo dividido" por Elton Honores
Hasta la fecha, Isabel Sabogal
(Lima, 1958), es autora de una única novela, publicada inicialmente
en 1989, y reeditada ahora por Altazor, con el nombre final de Un
Universo dividido. Rossella di Paolo decía sobre esta, que
presentaba “espacios arquetípicos (cielo/ infierno) y […] nos
pone en contacto con símbolos universales (occidentales) y con los
temores y sueños que alguna vez poblaron nuestra infancia […]
[además de establecer un] juego de oposiciones mágicas: el dragón
y la princesa, el ángel y el demonio, la cotidianeidad y el
infinito” (La tortuga. Revista alternativa de actualidad,
N°31).
La novela explora el mundo
infantil, en especial el mundo femenino (por lo que puede leerse como
una novela “feminista”) sobre la base de dos ejes: la casa y la
mujer. Ambas forman un díptico inseparable en términos simbólicos
y estereotípicos (casa-mujer). La novela narra la construcción de
la identidad de la mujer, su aprendizaje y ubicación en la sociedad.
Denominamos como “mujer” al
personaje central porque no tiene nombre (sí un deseo de llamarse
Cristina). Esta es un ser híbrido ya que posee tres naturalezas:
humana, celestial y demoníaca. Lo humano remite a ciertos afectos y
emociones; lo celestial, a la pureza y bondad; y lo demoníaco, a la
rebeldía, al mal y a la sexualidad, que será una pulsión constante
a lo lago de la novela.
Este ser “híbrido” es
“raptado” por los demonios. El personaje transitará como Dante
en la Comedia, por distintos espacios: el infierno, el cielo y
la tierra. La autora se apoya en la estética bíblico-religiosa para
darle “verosimilitud” a las aventuras del personaje central, es
decir, se apoya en la memoria social e imaginario popular. Además de
Dante, podemos encontrar ecos del mundo maravilloso de Tolkien – y
quizás de Neil Gaiman, en cuanto al tratamiento del universo
infantil.
En términos ideológicos o
sociales, la mujer es un ser rebelde, semejante a Lucifer, el ángel
caído, expulsado del Paraíso; pero la mujer es también el objeto
de deseo inocente, siempre llamada a caer en la tentación de la
carne, es decir, de orden sexual. La mujer vive amenazada
constantemente por estas presencias. Si a ello agregamos la casa como
espacio represor, vemos que la autora refracta problemas reales y de
actualidad, apoyándose en la estética bíblico-religiosa,
maravillosa y con ecos góticos.
El final de la novela se revela
como “romántico”, pues busca generar una ambigüedad sobre la
narración principal. Esta no es obra del sueño, ni alucinógenos,
sino como un producto de la demencia de una anciana que ha narrado su
pasado. La novela se revela como un artificio, por ello, se puede
notar cierta tensión por orientarse hacia el realismo “dominante”
de los años 80s.
No hay, eso sí, momentos de
humor, sino que el tono es grave y serio. Quizás los años del
terror de los años 80s hayan calado en ese tono y búsqueda
existencial sobre la condición de la mujer y su identidad. Un
Universo dividido parte del imaginario maravilloso para mostrar
un modo de “leer” la realidad, como una lucha eterna entre el
Bien y el Mal, entre el Cielo y el Infierno, en un espacio en el que
el ser humano es solo un ángel caído. Mención aparte merecen las
ilustraciones del libro hechas por José Gabriel Alegría Sabogal,
con claras influencias de Durero y William Blake.
Elton
Honores
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos
Texto de presentación del libro
el día 26 de julio del 2016
en la Feria Internacional del Libro de Lima
Texto de presentación del libro
el día 26 de julio del 2016
en la Feria Internacional del Libro de Lima
martes, 2 de agosto de 2016
"Un Universo dividido" por Rossella Di Paolo
Entre el Cielo y el Infierno
Isabel Sabogal (Lima, 1958) acaba de publicar su novela Entre el Cielo y el Infierno. Un universo dividido (Ignacio Prado Pastor/ 1989). No es usual que una autora tan joven incursione en un género en el que prácticamente no encontramos exponentes femeninos en las últimas décadas. (…) Su novela es una inmersión en los planos divinos y demoníacos que existen dentro de nosotros, pero presentados aquí en sus espacios arquetípicos (Cielo/Infierno) y con los personajes que culturalmente les asignamos: ángeles, Dios, demonios, Lucifer. El personaje central es una mujer sin nombre que "revuelve cielo e infierno" como popularmente decimos, en busca de respuestas, de su nombre y de los seres que ama, y que ha perdido y encontrado a lo largo de su travesía. Esta novela nos pone en contacto con símbolos universales (occidentales) y con los terrores y sueños que alguna vez poblaron nuestra infancia. Hay un camino que une su poemario y esta novela: la rara simplicidad de los símbolos primarios, con su juego de oposiciones mágicas: el dragón y la princesa, el ángel y el demonio, la cotidianeidad y el infinito, etc. En ambos libros hay una niña-mujer sin nombre que busca el bien, en lucha permanente contra los espejismos o durezas de la realidad.
Rossella Di Paolo
Comentario publicado en la revista alternativa de actualidad "La
Tortuga"
Lima, Perú, N° 31, 1989;
(Nota: La novela "Un Universo dividido" fue publicada en su primera edición con el título "Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido". Lima, Ignacio Prado Pastor, 1989).
Lima, Perú, N° 31, 1989;
(Nota: La novela "Un Universo dividido" fue publicada en su primera edición con el título "Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido". Lima, Ignacio Prado Pastor, 1989).
jueves, 21 de julio de 2016
"Un Universo dividido" por Gérard Romuald Szkudlarski
"...
La esciciparidad reflexiva está en potencia en el para-sí reflexo:
basta, en efecto, que el para-sí reflejante se ponga para
sí
como testigo del reflejo."
(J.P.
Sartre, ''El Ser y la nada'')
Si
intentáramos aglutinar el título del poemario "Requiebros
vanos"2
con el título de la presente novela3
obtendríamos: "Requiebros vanos entre el Cielo y el Infierno:
un Universo dividido". Lejos de ser un mero juego, la íntima
concatenación complementaria de ambos títulos prueba la existencia
de una realidad vivencial (Erlebnis) única a partir de la cual se
configura y cristaliza el universo ficcional de la novelista. La
novela existencial y fantástica de Isabel Sabogal es - al igual que
las 'nivolas' de Miguel de Unamuno - una introspección y proyección
literaria de cierto número de temas y/ o "leit-motiv"
permanentes, propios de su cosmovisión poética. Es evidente que su
“nivola” constituye la "estructura categorial", la
'gestalt' de lo fantástico, el imprescindible agente conductor, el
mecanismo o artificio mediante el cual la "descritura
fantástica", esto es la "deconstrucción verbal" que
disloca la experiencia lectural va a sintomatizarse en el lector a
través de las provocaciones lecturales4.
La
descritura fantástica operada por la novelista, se nos presenta así
como anihilación de nuestra realidad. "Este proceso de
aniquilación tiende a la destrucción de un mundo y a la reaparición
del caos. De manera simultánea, y concomitante juega en sentido
inverso un proceso de construcción de un mundo nuevo, que es
otro..."5.
Esta "mise en abîme"
literaria de la que habla Michel Butor6,
mediante la develación de la "inquietante extrañeza" o
"ambigüedad insólita" (Unheimliche) toma cuerpo a través
del género nivola elegido por Isabel Sabogal (o por el cual ella ha
sido elegida). Se trata pues de una novela fantástica cuya acción
se desarrolla "fuera de lugar" (utopía) y "fuera de
tiempo" (ucronía). La "Inómine" protagonista "que
quiso y no pudo ser Cristina" - alter ego de la escritora -
recorre aparentemente espacios fantásticos en tiempos ambiguos. La
trama diegética no deja nunca a pesar de los estratagemas y
procedimientos descritos, de ser “Ia narración del mundo privado
en un tono privado"7.
Parecería, que tanto el "Cielo", como la "Tierra"
y el "Infierno", al igual que los seres que habitan los
tres mundos, son proyecciones mentales de la novelista, evocados
mediante la aproximación inductiva y la expresión cinestésica8.
Todos ellos vectores de su imaginación creativa.
Todas
estas proyecciones ambivalentes9,
indagaciones cognoscitivas y/o actos intuitivos poseen la frágil
consistencia ectoplásmica que les otorga la imaginación poética de
Isabel Sabogal. Pero poseen también la fuerza decisiva de lo
a-temporal y de lo a-espacial - abstraído por tanto - de la acción
transmutadora de las leyes naturales. Del universo fantástico de la
novela, sólidamente estructurado parten algunos brotes de otras
expresiones vecinas: lo mágico, lo maravilloso, lo extraño, lo
sumatural, lo esperpéntico y diabólico y también lo realista10.
Acaso sea lícito y oportuno señalar algunas semejanzas y/o
paralelismos - a nivel anecdótico - entre la presente novela - y
otras obras y géneros: el drama romántico, la novela gótica, los
relatos de Kafka. "A puerta cerrada" de J.P. Sartre, "La
Divina comedia" de Dante, "El Inómine" de Samuel
Beckett, "Relatos de Belzebuth a su nieto" de G.I. Gurdieff
y "En busca de lo maravilloso" de Uspensky. No tiene mayor
importancia si la novelista había bebido mucho, poco o nada en todas
o en algunas de las mencionadas fuentes.
"El
león está hecho de la carne de los corderos que ha comido, sin que
sea por ello cordero" decía Goethe. A su vez, de ser cierta la
hipótesis de ía "Pantomnesia" (Omnimemoria) del
subconsciente colectivo, de la consciencia acumulativa que construye
y aumenta la esencia sartreana de todo ser humano, ningún concepto,
ningún contenido, ninguna idea sería privativa de una mente en
particular.
En
tal caso lo decisivo sería no el
qué,
sino el
cómo,
es decir la forma y/o el estilo, y en este aspecto la obra de Isabel
Sabogal es significativamente original y marcadamente existencial. En
la dimensión creativa las conversaciones de la Inómine (Namenlose)
protagonista con Dios, con los ángeles y con los demonios son tanto
o más consistentes que los diálogos naturalistas que entablan los
personajes de las novelas de Émile Zola. Es a partir de este
"realismo" de tercer grado o realidad tercera11
y más allá del imbroglio diegético, a menudo serial, polisémico y
con diferentes contrapuntos, tanto situacionales como temporales que
se hace posible distinguir e identificar las principales
"ideas-fuerza", verdaderas obsesiones existenciales de una
mente única y agonal que no cejará en su empeño gnoseológico. Se
trata de una mente bivalente: narrador/personaje. Ahora bien, “un
narrador que se hace ver y habla mucho, sólo es admisible si a la
vez es personaje de la historia que narra y si como tal - tiene las
mismas limitaciones epistémicas"12.
Esta mente única aunque bi y hasta trivalente
(narrador/personaje/narrador-personaje) ostenta un doble punto de
vista: la 'visión-con' y la 'visión por detrás'. La primera
corresponde a la conciencia que "siente" y la segunda a la
conciencia que "juzga" (tanto a los demás como a sí
misma). La "visión subjetiva" se imbrica e interrelaciona
con la "visión objetiva" y la percepción ya no es tan
sólo la del "yo" sino que se desdobla en "él"13.
Se trata pues, de un desdoblamiento trágico de la autoconsciencia,
equiparable a la llamada esciciparidad reflexiva de la que habla
Sartre14.
El
fruto de la minuciosa y prolongada auscultación del Cielo y del
Infierno es pesimista: el Universo sigue escindido y la Inómine
protagonista también. El armonioso intento de "com-unión",
de fusión con los demás y con los "mundos" en una unidad
indisoluble fracasa, hasta llegar a la intelección de la nadedad
espectral de la fuerza "humana" y de la finalidad terrena y
ultraterrena. En realidad la protagonista ha sido condenada al
fracaso vital por la escritora antes de nacer. Vino al mundo
"mortinata". No es de extrañar que todas sus posibilidades
han sido también "mortiposibilidades": "...Escaparé
al temor arrojándome hacia mis propios posibles, en la medida en que
considere mi objectidad como inesencial. Ello no es posible excepto
si me capto en tanto que soy responsable del ser ajeno. El prójimo
se convierte entonces en aquello
que
me hago no ser,
y sus posibilidades que deniego y que puedo simplemente contemplar, o
sea mortiposibilidades."15
Es una "mujer sin nombre" es decir "inómine"
(Namen-lose), no "innominada". "Inómine" se
aplica al ser y/o a la persona que no puede ser nombrada por alguna
falla que le es connatural. En cambio "innominado" es
aquello que aún no ha sido nombrado. El inómine es un ser fallido
conforme con el pensamiento existencialista: "La realidad
humana, al trascenderse hacia su propia posibilidad de negación, se
hace ser aquello por lo cual la negación por trascendencia viene al
mundo; por la realidad humana viene la
falta
a las cosas en forma de "potencia", "inconclusión",
"aplazamiento", "potencialidad"16.
Para
la filosofía existencialista, profundamente arraigada en la
experiencia de la situación humana17,
el hombre (Dasein)18
o "para -sí"19,
producto de la derelicción y sumido en la contingencia, vive
alienado hasta que logre forjar su propia esencia20.
También la protagonista de la novela vive alienada (alienus =
separado de los demás, del mundo y de sí mismo), siendo un ente
"híbrido", "tricotómico" y "tripartito"
por su origen, se halla alienada inclusive de "su" nombre.
Debido a su triple e irreconciliable naturaleza vive "transterrada"
y "transterriterializada". Una barrera infranqueable que
los griegos llamaban "horos" le impide superar la escisión.
Al igual que el "phármacos", especie de chivo expiatorio
sobre el cual la "thiasis", grupo social cargaba las culpas
de la comunidad, también la "Inómine" recorre en vano los
tres mundos, humillada y ofendida, plegándose reiteradas veces al
repetido impulso pendular que la lleva - sin cesar - a través de los
mundos que corresponden a su triple naturaleza. No pudiendo "echar
raíces" en ninguno de ellos, su mal resulta endémico y su
alienación permanente: "aislada - dice - para siempre de la
gente en un aislamiento que ya no habría de romper jamás..."21.
La culpa (Schuld) de la Inómine se halla vinculada ya a su simple
existencia - ya que el hombre es - según Jaspers inevitablemente
culpable. Toda finitud es fuente de falsedad y ésta implica culpa22.
Lo que agrava su situación haciéndola hundirse cada vez más en las
"arenas movedizas" es su insaciable deseo de "ser sí
misma" (Selbstheit de Heidegger) que la llevará a comprender la
injustificabilidad del hombre: "la contingencia no deja de
infestarlo y hace que me capte a la vez como totalmente responsable
de mi ser y como totalmente injustificable..."23.
Conforme aumenta el bulto de la obra, la Inómine va experimentando
la pesadilla a ojos abiertos que le ha tocado vivir (existir).
Encerrada en su ipseidad (Selbstheit), experimenta la decadencia
existencial (Verfallen), sabe que su destino al igual que todo
destino del "para- sí" (Dasein) - echado a la existencia y
por ello contigente es "ser - para - la muerte"
(Sein-zum-Tode) y "ser – para - el fin" (Sein-zum-Ende).
Se siente invadida por la fatiga existencial (Weltschmertz), cuyo
único fin posible será el anonadamiento (Nichthafte). Todo intento
de "comulgar", de compartir la vida con los demás
(Mitsein), de obrar al unísono con el "prójimo", con el
"otro" (Mitmachen) termina inevitablemente en el fracaso.
Es ella misma su propia desgracia. Ella misma es la mancha (miasma),
el foco de contagio y la ponzoña que lleva en la sangre es el fruto
de la herencia. Es !a úlcera que no se puede sajar, pues el dolor de
la Inómine es el de ser lo que ella es y no puede dejar de ser.
Desgonciada de todo lo que es algo y mucho, la Inómine hace mutis.
Dolor simpar es el suyo y seguirá siéndolo mientras viva. Tal
cesura entre el yo y su existencia corporal convierte a la vida en
enemiga de sí misma. En el dolor dice Sartre: "la conciencia
vive en su contingencia". Pero no hay nada nuevo bajo el sol:
“Nil novi sub sole" decía Salomón24.
"En algunos poetas líricos griegos corno Teognis Mimnermo, el
dolor de vivir, sin darles cuartel ni concederles armisticio, no
tiene consuelo. Job, en su desdicha, querría no haber nacido.
También estos poetas pregonan que no haber nacido sería lo mejor o
en su defecto, "morir cuanto antes"25.
La
tragedia se emplea en cosas respectivas al dolor del hombre, cuando
éste colide aflictivamente con el mundo de su alrededor, de adentro
o de arriba, en un conflicto práctico, psicológico o religioso. "El
dolor humano es el terrazgo donde nace la tragedia. El sufrimiento de
un alma, que puede sufrir con grandeza, eso y sólo eso es la
tragedia..."26.
En la novela de Isabel Sabogal se produce un doble movimiento
atenuante que disminuye la crispación trágico – existencial
mediante la representación sublimada del dolor humano. Sublimación
que conduce de la conocida "mimesis" a la cristalización
poética o "poiesis". A su vez el efecto cathártico, del
que habla Aristóteles, resulta potencializado debido a la dimensión
fantástica de la novela. También Vigotski27
recurre al término clásico de "catharsis" para denominar
ese movimiento interno fundamental que se cristaliza en la estructura
de la obra.
Sin
embargo, para él, se trata más bien, de la solución de ciertos
problemas de la personalidad, del descubrimiento de una verdad más
humana, más elevada, de los fenómenos y situaciones de la vida. Los
sentimientos, emociones, pasiones, forman parte del contenido de la
obra de arte, pero en ella se transforman28.
Al igual que un procedimiento artístico provoca la metamorfosis del
material de la obra, puede provocar asimismo la metamorfosis de los
sentimientos. Esta metamorfosis consiste en que éstos se elevan
sobre los sentimientos individuales, se generalizan y se tornan
sociales. Así, el significado y función de una novela que trasunta
dolor, soledad y alienación, no consiste en contagiarnos estos
sentimientos y/o estados, sino en plasmar esta soledad, este dolor de
tal forma que, al hombre se le descubra algo nuevo, en una verdad más
elevada y más humana.
Este
es el segundo nacimiento de la "Inómine". Le deseamos que
se convierta en una realidad patente y potente. Que conquiste el
nombre, pero que sea "su nombre", que se mantenga incólume
en su conquista, que preserve siempre la actitud erecta y aspirante y
que mantenga la fidelidad al ser permanente frente al estar pasajero.
Gérard
Romuald Szkudlarski,
Lima, julio de 1989.
(Epílogo de la novela "Un Universo dividido", publicada en su primera edición con el título "Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido").
1Es
así como Miguel de Unamuno denomina a sus novelas debido a su
peculiar estructuración y original contenido.
2Isabel
Sabogal, “Requiebros vanos”, Ignacio Prado Pastor Editor, Lima,
1988.
3Hemos
tenido también en cuenta el título provisional de esta novela:
"Historia de una mujer sin nombre" que conjugado con
"Requiebros vanos" daría: "Requiebros vanos de una
mujer sin nombre".
4Cf.
Harry Belevan, “Teoría de lo fantástico”; Editorial Anagrama,
Barcelona, 1976. Y "Antología del Cuento Fantástico Peruano"
(Introducción), Ed. UNMSM, Lima, 1977.
5Robert
Volmat en Harry Beleván; Op. cit. p. XXIV.
6
Cf.
"Le livre et ses miroirs dans l'oeuvre de Michel Butor";
Archives des lettres modernes, N° 135; Mirand, París, 1974.
7Wolfgang
Kayser, “Interpretación y análisis de la obra literaria”,
Editorial Gredos, Madrid, 1961, p. 481.
8Jeanne
Bemis, "L'imagination", p. 54; P.U.F. En Harry Beleván;
Op. cit p. XXII.
9A
menudo "bivalentes" y hasta "trivalentes".
10Harry
Beleván, Op. Cit., p. XLV.
11Mario
Vargas Llosa, "Harry Belevan o el robo perfecto”, en:
“Escuchando tras la puerta”, p. 8; Tusquets Editores,
Barcelona, 1975.
12Cf.
Susana Reisz de Rivarola, "Teoría literaria", 2da. Ed.,
P.U.C.P., 1987.
13Cf.
Anderson Imbert, "Crítica interna".
14Cf.
J.P. Sartre. "El ser y la nada", p. 214.
15Cf.
J.P. Sartre, Ibid., pp. 368/369.
16Ibidem,
p. 261.
17Cf.
Erich Koechler, "La torre y el abismo".
18La
palabra "Dasein" designa - en la terminología
existencialista heideggeriana al ser humano que echado a la
existencia - simplemente "está allí".
19Es
la variante sartreana del Dasein.
20Para
Sartre, Cf. op. cit., el hombre primero existe para luego forjar su
propia esencia ("la existencia precede a la esencia").
21Cf.
Isabel Sabogal: "Entre el Cielo y el Infierno, un Universo
dividido" (título con el que la presente novela fue publicada
en 1989).
22Soy
culpable frente al otro. Culpable en primer lugar, cuando bajo su
mirada experimento mi alineación y desnudez como caída que debo
asumir; es el sentido del famoso: "Conocieron que estaban
desnudos" de la Escritura. Sartre, Op. cit., p. 508.
23J.P.
Sartre, Op.cit., p. 393.
24Eclesiastés
I/10.
25Cf.
José Lasso de la Vega, "De Sófocles a Brecht", Editorial
Planeta, Barcelona, 1971, p. 22.
26José
S. Lasso de la Vega, Op. cit.p.15.
27Cf.
A.N. Leontiev en Liev Siemionovich Vigotski, "Psicología del
arte". Prólogo, pp. 9-11.
28Ibidem,
p. 10.
domingo, 17 de julio de 2016
Fragmento de la novela: "Un Universo dividido" de Isabel Sabogal
Recuerdo aquella tarde en la que me raptaron los demonios. Era un día odioso y gris, que se expresaba en una garúa permanente sobre las calles vacías y tristes, llenas de nulidad y llanto, bajo una neblina espesa. Recuerdo que las alumnas salían del colegio de enfrente, con uniformes de un gris oscuro, que hacían aún más gris el día, riendo por haber acabado un día más de tortura en camino hacia la libertad del domingo, andando apretujadas contra las paredes para llegar lo más pronto a casa, donde olvidándose de todo, soñarían con un futuro enamorado.
Yo las contemplaba desde la ventana de mi pensión y una tristeza infinita invadía mi ser. Vivía en la pensión que dirigía mi odiosa abuela, llena de niñas grises que fingían hacer sus tareas y acostarse temprano, mientras se la pasaban chismeando historias obscenas. Mis ojos eran celestes de una claridad transparente que no expresaba nada y las hacía temblar de temor y admiración.
- Pareces una muñeca – me decían – Una muñeca sentada en una vitrina.
Se referían también a que jamás abría la boca para contarles algo, e incluso me creían semimuda. Partían todas las mañanas al colegio de enfrente, y podía observar las sonrisas y muecas escondidas que me mandaban a través de la calle, cuando la maestra no se fijaba en ellas. Claro que no todas vivían en la pensión; algunas nada más. Odiaban a mi abuela y querían que se muriese de vieja para poder sentirse libres riendo y bailando.
Yo también la odiaba. Me regañaba y pegaba, bañaba en agua helada y peinaba con un peine puntiagudo que me arrancaba cabellos enteros de la cabeza. Me había sacado de la casa de mi bisabuelita, donde fui feliz.
Era ésta una casa blanca y alegre, con espaciosos jardines, por los cuales corría tras las mariposas entre una nube de flores que volaban cual si fuesen pájaros. Tenía un hermano que jugaba conmigo a las escondidas, me enseñaba un montón de cosas, y cargaba cuando me cansaba. Mi bisabuelita paseaba tranquila y sonriente con un rosario en la mano, que sólo ella podía tocar. Teníamos un canario dorado que cantaba tristemente en su jaula, hasta que un día lo solté para siempre. Lloré aquella noche por haberlo perdido, pero es que no podía aguantar su llanto.
Había sido muy feliz en aquel lugar, pero mi abuela no me permitía recordarlo, diciendo que todo eso era sueño o imaginación mía y que nunca había existido. Y que no saliese a la calle, porque los demonios me raptarían. Como era mentirosa, no le creía nada, solamente eso. Ya en la casa de mi bisabuelita habían tratado raptarme, entando de noche, y casi mataron a mi hermano que me defendía. Si no fuera por eso, hace tiempo que me hubiese escapado.
- ¡Bisabuelita, bisabuelita! – lloraba silenciosamente de noche - ¡Hermano mío, vengan y llévenme de aquí para siempre!
Me contestaban las cuatro paredes vacías de un cuarto que exhalaba oscuridad y frío. El reloj de mi abuela daba las doce: las campanadas sonaban lentas y medidas como la advertencia de un día más de desamor y sufrimiento. En la habitación de al lado cuchicheaban las chicas, hasta que se despertase la abuela.
- Susy se besó con un chico detrás de la iglesia – decían – Dice que era como si tuviese cosquillas por todo el cuerpo.
El viento sollozaba largamente, silbando por entre las calles. Uno que otro paso rompía el equilibrio de esas horas.
- Tal vez sean los demonios que vienen a raptarme – pensaba asustada, y me escondía bajo las frazadas.
Aquel día, mirando a través de la ventana, repasaba toda mi vida y me sentía terriblemente grande, tan llena estaba de recuerdos.
- Antes vivía en casa de mi bisabuela, ahora en la de mi abuelita – pensaba – Primero tenía un canario, después una gata con crías y una cría se ahogo, y también un perro. He crecido tanto que todo me queda corto y apretado, y mi abuela ya no me cose la ropa, sino que me pone la de las niñas más grandes, para que me dure bastante tiempo.
Luego pensé en mi madre. Jamás había pensado en ella y ni siquiera sabía quien era. Antes creía que no existía. Como vivía encerrada en casa de mi bisabuelita, sin conocer a nadie más que a ella y mi hermano, ni sabía que otros niños tenían a su lado una mujer que llamaban mamá, y un hombre que le brindaba cariño, o que si la había abandonado por otra, fue alguna vez una presencia concreta y real.
Recordé las cartas que le llegaban a mi hermano. Escritas sobre un papel fino y oloroso, traían consigo cajas de bombones envueltas con cintas celestes.
- Me lo mandó mi papá – decía mi hermano convidándome el contenido.
- Se lo mandó su papá – decía mi bisabuela.
Conforme iba creciendo, el papel se volvía más áspero, y pistolas de juguete con libros reemplazaban a los bombones.
- Es que me estoy haciendo hombre – reía mi hermano.
Ahora ya era grande y las chicas me habían explicado que toda persona tenía una madre de cuyo cuerpo salía, y todas un padre, con la excepción de Cristo que tenía a Dios. Dije que no captaba la diferencia pues Dios seguía siendo su padre, y ellas rieron ruborizadas.
Recordé también la escena que ocurrió uno de los primeros días de mi estadía en esta casa. Yo había bajado a la cocina y vi a una mujer que se calentaba junto al fogón. De mediana edad, delgada, pálida y mal vestida, su cabello lacio tenía una tonalidad nunca vista, entre naranja y castaña, parecida al fuego. Sus ojos oscuros que miraban cual dos navajas frías, malas y calculadoras, y su sonrisa semidiabólica, la hacían resaltar como algo raro e inhumano dentro de lo rutinario.
- ¡Mira, es tu madre! – dijo mi abuela que la acompañaba desde cierta distancia - ¡Es tu madre!
La mujer alzo hacia mi los ojos y noté que su mirada de odio poseía también dulzura y dolor. Sonrió y su sonrisa amarga descubrió unos colmillos demasiado alargados para un ser humano. Alargó sus brazos hacia mi, y ya se levantaba como para cogerme, cuando mi abuela empezó a gritar:
- ¡Vete, vete! – vociferaba echándole una agua olorosa - ¡Vete, criatura del demonio!
Me perdí entre el humo y el caos y no recuerdo nada más, puesto que desperté afiebrada y en cama al próximo día.
- Seguramente fue una pesadilla – contestó mi abuela a todas las preguntas - ¿Acaso no sabes que no tienes madre? Te encontramos un día tirada en la puerta de la calle y nos apiadamos de ti por caridad cristiana.
Sin embargo no recordaba haberme acostado antes de aquel sueño. ¿Me habría quedado dormida entre el cuarto de estudio y la cocina?
Ese recuerdo me trajo a la mente a los demonios y los vinculé con mi madre. ¿Tendrían algo en común? ¿Y dónde estaba mi padre? ¿Por qué me dejaron tirada en una calle fría y oscura? ¿Qué era de mi hermano y mi bisabuela? Pensé que ya era grande y que debía conocer el mundo. Jamás había salido de esta casa ni de la de mi bisabuelita, y cuando me trajeron aquí, lo hicieron en un carro a toda velocidad, metiéndome en un costal de papas, como si fuera cualquier cosa.
- Si me han de raptar los demonios, que me rapten – pensé – No creo que el infierno sea mucho peor que esta casa.
La vida en la pensión además de ser fea, era aburrida. Todos los días pasaba lo mismo. De desayuno, un pan y un café con leche; de almuerzo, sopa de sémola y puré de papas con alguna verdura; de noche polenta. Siempre la misma correa para pegar a las chicas; una correa de cuero, roja y dura. De noche siempre la misma niña haciéndomelas mismas confidencias. Era rubia, de ojos claros, y venía a llorar a mi cuarto.
- Mi mamá era una condesa veneciana – contaba – Venecia es un país con ríos en vez de calles, y lanchas en vez de carros. En vez de mercado, venden las cosas sobre un puente bien alto, y si alguien se cae, se ahoga.
Su mamá que la quería mucho, vestía trajes elegantes y leía libros cultos, murió envenenada por una envidiosa amante de su papá. Desde entonces, esta niña vivía en la pensión. De vacaciones viajaba donde su papá, que no se ocupaba de ella, dedicado a las muchas queridas que tenía, dejándola al cuidado de una niñera, la cual le ponía vestidos apretados y llevaba a fiestas donde niños desconocidos no la saludaban y se burlaban de ella.
Ya no aguantaba más esta casa, ya no la aguantaba. Tenía que escaparme de una vez por todas. Sino lloraría todos los días por no haber aprovechado la oportunidad que me daba el ánimo aquella tarde.
Sin pensarlo más, bajé corriendo las escaleras. La puerta estaba entreabierta para dejar entrar a las niñas que regresaban del colegio. Salí a la calle y me fui caminando. Como me vestían con uniformes, nadie se extrañó de mi presencia a esas horas, confundida entre niñas desconocidas, que eran las únicas que poblaban las calles vacías. Caminé toda la tarde, extrañándome de lo grande que era la ciudad y de que nunca acabase. Todas las casas eran iguales. Diferían en tamaño, color y detalles, pero en el fondo eran las mismas. Eran pesados edificios, llenos de vejez y tristeza. Cuánto más avanzaba se tornaban más viejos y descuidados.
De noche llegué a una plaza inmensa, llena de gente que gritaba parada. Estaban muy agitados y levantaban los brazos, pero hablaban un lenguaje tan diferente al mío, que parecía otro idioma y no comprendía nada. En eso tiraron balas y se apagaron las pocas luces que había. Una masa desordenada corrió en direcciones diferentes.
Antes de se apagasen las luces, logré divisar a mi hermano. A pesar del tiempo transcurrido, lo reconocí sin dificultad. Más alto y guapo que antes, agitaba un brazo herido.
- ¡Córrete de aquí, niña! ¿Dónde están tus padres? – gritaba un guardia.
Lo miraba en silencio sin saber que decirle. En eso alguien me cogió del hombro.
- Es mi hija – dijo una voz sulfurosa y masculina – No hay como cuidarla. Sale por donde sea cuando ve gente.
El guardia sonrió amargo y todo fue lejano e incomprensible. Me habían raptado los demonios.
Primer capítulo de la novela "Un Universo dividido" en base a la edición de 1989;
Primera Edición (como "Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido"): Lima, Ignacio Prado Pastor Editor, 1989;
Reimpresa en Lima, 1993;
Segunda Edición como "Un Universo dividido": Lima, Ediciones Altazor, 2016;
Reimpresa en Lima, 1993;
Segunda Edición como "Un Universo dividido": Lima, Ediciones Altazor, 2016;