En mi lámpara
el foco quemado
olvidó de transformarse
en la Luna
Alicja Tanew
Del libro:
"Noche cracoviana de poesía. Almanaque XLIX"
Cracovia, 2021
Traducción del polaco: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
En mi lámpara
el foco quemado
olvidó de transformarse
en la Luna
Alicja Tanew
Del libro:
"Noche cracoviana de poesía. Almanaque XLIX"
Cracovia, 2021
Traducción del polaco: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
en los muros renovados
se escuchan los susurros
del antiguo departamento
a veces la luz se refleja
en un espejo
que desapareció
hace ya tiempo
Karl Grenzler
Del libro:
"Noche cracoviana de poesía. Almanaque XLIX"
Cracovia, 2021
Traducción del polaco: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Andrzej Dębkowski
Del libro:
"Noche cracoviana de poesía. Almanaque XLIX"
Cracovia, 2021
Traducción del polaco: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Esta será una breve reseña de la novela "Operativo Día de la Resurrección" de Andrzej Pilipiuk.
Corría el año 2014. El mundo había sido devastado por la Tercera Guerra Mundial, a la cual había sobrevivido tan una mínima parte de la humanidad. La contaminación producida por los residuos radioactivos apenas permitía que creciera algo sobre la faz de la tierra. En la ciudad de Varsovia, de la cual quedaban sobre todo ruinas, un Instituto Militar, utilizando los últimos avances científicos, trataba de hallar una solución al asunto. Fue allí donde surgió el proyecto Operativo Día de la Resurrección, dirigido por el profesor Igor Rawicz.
La idea era viajar al pasado para esterilizar a Piotr Citko, antepasado del presidente polaco Paweł Citko y evitar de esa manera la Tercera Guerra Mundial, que éste involuntariamente provocó. El día en que eso sucediera, cambiaría el curso de la historia. La tierra se descontaminaría, volverían a la vida aquellos que la habían perdido a causa de la guerra y el Instituto desaparecería, pues ya no tendría razón de ser. De allí el nombre del operativo: Día de la Resurrección. Está demás decir que se trataba de un secreto de Estado.
Se hicieron múltiples pruebas, seleccionando a un grupo de jóvenes para que viajaran en el tiempo, hallaran a Piotr Citko y cumplieran con el objetivo. Todos los integrantes del equipo fueron seleccionados, entre otras cosas, por no tener una familia que los reclamara en caso de que desaparecieran para siempre, sin regresar jamás del pasado. Paweł Trusiński se crió pastando ovejas en Kazajistán. Sławek Polański creció en un orfanato, como hijo de madre soltera y padre desconocido. Pero sabiendo que era hijo natural del presidente Citko, cosa que el equipo del profesor Rawicz no sabía. Con la salvedad que al quedar estéril su antepasado, se borraría de la historia, la posibilidad de la existencia de Sławek. Los padres de Magda Błońska habían muerto en Bruselas durante la explosión atómica. La chica hablaba polaco, francés y alemán y era una lumbrera en cuanto a conocimiento histórico. Los padres de Filip Berg tampoco sobrevivieron a la catástrofe, por lo que el joven fue a parar a un campo de refugiados. Antes de la guerra se había estado formando para aviador en una Escuela Militar, que había quedado reducida a ruinas. En el refugio donde funcionaba el Instituto conocieron a Michał Piecuch, el único sobreviviente de los anteriores saltos en el tiempo.
Luego de una breve capacitación de dos semanas, durante la cual los chicos aprendieron de física, historia y algunas cosas más, se procedió a enviar al primer par al pasado. Así fue como Michał y Paweł llegaron a Varsovia el once de septiembre de 1895, a pesar de que el vehículo del tiempo había sido programado para que fuese a fines de agosto de 1896. Esa región de Polonia era en aquel entonces parte del Imperio ruso bajo dominio zarista.
Pronto Michał se enfermó del hígado, por lo que retornó para tratarse al futuro, mientras que Paweł se quedó en el siglo XIX. A la madrugada siguiente de la partida de Michał, Paweł fue detenido por la Ojrana, el Servicio de Inteligencia del Zar. Desde su celda Paweł logró enviar un mensaje al futuro, en respuesta al cual llegaron Filip y Magda al pasado, con la misión de rescatarlo. Luego de algunas aventuras. los tres lograron retornar al siglo XXI, dejando la misión inconclusa.
Unos días después Filip y Sławek partieron al pasado con el objetivo de finalizar la misión, pero llegaron a Varsovia en octubre de 1624, bajo el reinado de Segismundo Tercero, en medio de una peste que iba arrasando el país. Vivieron dos semanas de martirio, durante las cuales trabajaron enterrando a las víctimas de la epidemia y ayudando en la quema de sus pertenencias, pues según las creencias de la época, eso habría de impedir la expansión de la peste. Finalmente lograron retornar al futuro, justo a tiempo para curar a Sławek, quien se había contagiado de la temible enfermedad.
Luego de múltiples aventuras, los jóvenes llevaron a cabo su objetivo, esterilizando a Citko, mientras este se encontraba en brazos de Tatiana, hija del capitán Sergiei Nowych, quien había hecho capturar y torturar a Paweł. Y es que Piotr Citko había resultado ser un delator, que le pasaba datos sobre los seguidores de la causa independentista polaca a la Ojrana.
Finalizado el operativo, Filip, el único sobreviviente del grupo, se acercó al cementerio, antes de retornar al siglo XXI. Allí, a través de un dispositivo de forma felina, habló con alguien que provenía de otros futuros. Ese alguien le dijo, que al interferir en el curso de la historia, se generaban diferentes líneas de tiempo, simultáneas entre sí. Líneas que ellos analizaban, interviniendo para modificar algunos hechos, solo en casos estrictamente necesarios.
Tal como siempre, el autor hace gala de su conocimiento histórico. Nos muestra la Varsovia del siglo XIX, haciéndonos saber qué iglesias ortodoxas desaparecieron, ya sea por cambio de uso, ya sea por la destrucción de la que fueron objeto, luego de la Primera Guerra Mundial. Nos enteramos cómo se llamaban las calles, que los personajes conocen por los nombres que llevan en el siglo XXI. Así como cuales eran las disposiciones para combatir la peste en el siglo XVII. Al pasar las páginas del libro, nos sentimos pues también, como una suerte de viajeros en el tiempo…
Ficha bibliográfica:
Andrzej Pilipiuk: „Operativo Día de la Resurrección” (Operacja Dzień Wskrzeszenia)
Número de páginas: 496
Idioma: Polaco
Lublin - Varsovia, Editorial Fabryka Słów, 2016
Esta será una breve reseña de la novela „Diario noruego” de Andrzej Pilipiuk. Una novela en la que el personaje principal aparentemente es humano, pero no del todo, pues le gusta comer pasto; tiene tal cual los caballos doble dentadura; ve en la oscuridad y percibe con nitidez los olores y ruidos que el común de la gente no percibe. Además posee capacidades extrasensoriales, como el poder de captar telepáticamente los pensamientos ajenos e incluso la telequinesia.
Personaje que cambia de nombres e identidades. Un día se llama Paweł Koćko y al siguiente Tomasz Nikitycz Paczenko. Se va percatando de a pocas que el último es su nombre verdadero, por lo que así lo llamaremos en esta reseña. Y todo esto, siendo un adolescente, de apenas dieciséis años. Sabe lo qué es ser diferente a los demás y no saber porqué.
¿Quién es? ¿Por qué no recuerda nada de lo que pasó más allá de los últimos cinco años? Sin embargo va recuperando la memoria poco a poco, a través de los sueños y visiones repentinas. Son como imágenes y escenas del pasado perdido. El último resquicio de éste, que aún se hace presente. Vislumbra de pronto nombres de personajes desconocidos, como por ejemplo, Omejlan Paczenko. O el de Łesia, chica que se le aparece en sueños y que resulta ser su hermana melliza.
En fin, se trata de tres volúmenes llenos de aventuras y personajes inverosímiles. Entre ellos encontramos a diversos espías, agentes de la KGB, así como príncipes y princesas rusos en el exilio, tanto de la dinastía Orlov, como Potemkin. E incluso un criminal nazi, como el profesor Otto Sigridsen, de cuyas garras Tomasz logra escapar. El chico conoce también a seres similares a él, como el conde Derek Tomatov.
Varios de estos personajes hablan diferentes idiomas entre sí, pero eso no es problema para Tomasz, quien a través de su sentido telepático capta los idiomas circundantes, pudiendo comunicarse sin problemas, ya sea en noruego, sueco, alemán, ruso, ucraniano o polaco.
Todas estas aventuras, tanto los secuestros de los que el chico es objeto, como la gente que cae muerta al defenderlo, están ligadas a la búsqueda de su propia identidad y origen. El cual se le va revelando poco a poco.
En el último tomo, titulado "Vientos del norte”, Tomasz se entera que su bisabuelo Ałmaz Paczenko se casó con Alexandra, hija natural del Zar Nicolás II y una bailarina armenia. Desde ese entonces las mujeres de su familia llevan el nombre de Alexandra, cuyo diminutivo ruso es Łesia.
Su bisabuelo en cambio fue fruto de un experimento realizado por un Edonita, algo similar a una nave, llegada del planeta Edon al pueblo de Wojsławice, al sur de Polonia. „Esa cosa” - según palabras del conde Derek - „mató a un niño lugareño, un gatito, un cachorro y un potrillo y luego empezó a jugar. El niño era el representante de la especie dominante en el planeta. Le sirvió de modelo. Del caballo recibimos el doble párpado y un estómago que digiere hasta la celulosa. (…) Del perro tenemos el olfato y el oído, del gato unos ojos que ven en la oscuridad. Probablemente de la misma nave (…) la capacidad de captar ondas diferentes, desconocidas para la ciencia humana, lo cual nos permite a veces contactarnos telepáticamente o escuchar los destellos de los pensamientos de otra gente”. *
De este último origen provendría probablemente también la capacidad de telequinesia y de regeneración de los tejidos.
En cuanto al conde Derek, su abuelo se había casado con una chica de ojos felinos, que nunca quiso hablar de su origen.
La novela finaliza con Tomasz, luego de haber recuperado la memoria, partiendo en lancha de Noruega hacia Nueva York a darle encuentro a su familia. A su melliza Łesia, a Łucja, el clon de ésta y a su padre Nikita Paczenko. Y quién sabe, tal vez también a su bisabuelo, pues la longevidad pareciera ser otra característica más de su especie.
En el epílogo el autor nos cuenta que empezó a escribir esa novela a los trece años de edad, como una manera de fugarse ante los horrores de la realidad circundante y el maltrato escolar. La novela estuvo guardada durante más de veinte años en el cajón, hasta que llegaron mejores tiempos para su publicación…
* Andrzej Pilipiuk, „Vientos del norte”, „Diario noruego” vol. III, p. 251
Traducción: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Ficha bibliográfica:
Andrzej Pilipiuk: „Diario Noruego” (Norweski dziennik)
„La huida" (Ucieczka), vol. I
„Senderos ajenos” (Obce ścieżki), vol. II
„Vientos del norte” (Północne wiatry), vol. III
Idioma: Polaco
Lublin - Varsovia, Editorial Fabryka Słów, 2017
Czytając stronę autorską Andrzeja Pilipiuka, na której dzieli się wspomnieniami szkolnymi, przypomniałam sobie o szkolnych dentystach z czasów PRL, o których wymieniony autor, w żadnym ze swoich utworów wydaje mi się, że nie wspomina. Od tego czasu minęły dziesiątki lat, a ja jeszcze pamiętam ten paraliżujący strach przed pójściem do szkoły Gdyż nigdy nie wiedziałaś kiedy otworzą się drzwi, zawołają cię po nazwisku i zaprowadzą na piekielne katusze, nie tłumacząc co ci leczą, ani i co z tobą robią. Fernando nie mógł uwierzyć, że było to bez znieczulenia, więc zapytałam się znajomej dentystki, która mi to potwierdziła. Nie było wystarczającej ilości środków znieczulających, wobec czego w większości wypadków ich nie podawano.
I były to tortury, które nie wiązały się ani z nagrodą, ani z karą, z tym co zrobiłaś, albo nie, jak w wypadku mojej pierwszej szkoły, szkoły francusko - peruwiańskiej w Limie. Niezależnie od tego, czy była to sprawiedliwie wymierzona kara, czy nie. Ani z tym, jak mnie prawie wyrzucono z niemieckiej szkoły w Getyndze, za to co powiedziałam, choćby to coś było prawdą.
Patrząc z dala na to i na różne inne rzeczy, które się wtedy działy, nie dziwię się, że któregoś dnia, będąc w siódmej klasie, po prostu odmówiłam pójścia do szkoły. Co zaowocowało tym, że straciłam rok szkolny, gdyż dni moich nieobecności przewyższyły ustaloną normę. Ale wiedziałam, że mogę sobie na to pozwolić, gdyż w owym czasie nie byłam jeszcze obywatelką polską, w związku z czym dyrekcja szkoły nic mi zrobić nie mogła, oprócz niezaliczenia roku szkolnego.
(Celowo uznałam, że wolę się w tym wpisie żadną grafiką nie podzielić, aby nie zniszczyć wygląd blogu)
Al estallar la guerra yo tenía dieciocho años de edad. Mi familia procedía de Lwów, ciudad que actualmente pertenece a Ucrania. Cuando los rusos invadieron esa parte de Polonia, logramos fugarnos de allí hacia el lado del frente ocupado por los alemanes. Fue una travesía peligrosa a través de los bosques. Pasamos con la ayuda de “coyotes” que arriesgaban su vida haciendo pasar gente de un lado al otro del frente. Les pagamos con las joyas de familia. Nos fugamos para no ser parte de las deportaciones masivas de familias polacas. Los hombres de muchas familias fueron deportados a Siberia, las mujeres y los niños a Kazajstán. Éramos una familia numerosa, por lo cual nos dividimos para hospedarnos en casas de familiares al otro lado del frente, pues eran tiempos de escasez.
Luego de un tiempo entré a formar parte de Armia Krajowa (Ejército Nacional), grupo guerrillero mayoritario de la resistencia antinazi. Mi nombre de guerra era Szpilka (Alfiler), ya que era muy delgada. Durante dos años hice de correo, llevando la correspondencia entre Armia Krajowa y Bataliony Chłopskie (Batallones Campesinos), otro grupo guerrillero. La llevaba camuflada en cajas con doble fondo. Encima del doble fondo llevaba caramelos, chocolates u otras cosas. Lo hacía cada vez que era necesario, aproximadamente dos veces por semana en un tren que era siempre controlado por los nazis. Hacían bajar a todos los que viajábamos en la parte del tren asignada a los polacos y revisaban todos nuestros equipajes. Si me hubieran descubierto, me habrían fusilado de inmediato. Yo hablaba perfectamente el alemán, ya que me había criado con una institutriz alemana en casa y eso me ayudó, pues hacía que los nazis no desconfiaran de mi persona. Como no me pasaba nada, cada vez más a menudo no llegaba a guardar la correspondencia en el fondo de la caja. Y en una de ésas a la hora del control, el nazi se interesó en mi caja de bombones. “¿Qué lleva allí?” – me preguntó inquisitivo. “Bombones.” – le dije yo sin pestañear. “¿De veras son bombones?”.”De veras. Sírvase uno por favor” – le dije yo e hice el ademán de abrir la caja para convidarle. El alemán sonrió y se fue, dejándome en paz.
Participé luego en otras acciones de la guerrilla. Nos apostábamos en medio del bosque, sabiendo que pasaría un tren alemán con armamento. Tumbábamos dos árboles, cercando al tren por sus extremos y lo asaltábamos para quedarnos con las armas. En esas ocasiones entrábamos al botiquín y nos bebíamos el alcohol para curar heridas.
Participábamos también en la liberación de niños de los campos de concentración. Me tocó recoger a una niña del campo de concentración de Bełżec, llevarla en tren a la ciudad de Lublin y entregarla a mi tía Marta Łoś que se haría cargo de ella. En el segundo intento similar un nazi me descubrió, rondando cerca al campo de concentración, por lo cual no pude ayudar a ese otro niño. Le supliqué al nazi en mi perfecto alemán que me internara dentro del campo, queriendo salvar mi vida de esa manera, y él, creyendo que yo estaba loca, me dejó ir libre.
A pesar de lo peligroso de aquella época no me daba miedo el morir, sino la posibilidad de quedar inválida. Y aunque parezca increíble considero esos tiempos como los más hermosos de mi vida. Nunca más ésta volvió a tener el sentido que tuvo en aquel entonces y a veces lamento el no haber muerto en la guerra.
Publicado en la Gazetka "Dom Polski"
Lima, Perú, Nº 30
Octubre del 2008
Esta será una breve reseña de la novela „Pero con nuestros muertos” del escritor polaco Jacek Dehnel.
La novela se inicia con el descubrimiento de unas cuantas tumbas destrozadas en el pueblo de Cikowice al sur de Polonia. Las autoridades creen que se trata de un caso de profanación de las mismas. Al lugar llega un equipo de la Televisión Polaca, del cual forma parte Jakub, uno de los personajes principales de la novela. Sin embargo sale a relucir que fueron los mismos finados, quienes salieron de sus tumbas, siendo conocido el primero que se detectó, como el zombi de Cikowice o paciente Nº 1.
Inicialmente los zombies no eran agresivos. Simplemente salían de sus tumbas y daban vueltas por allí, sin atacar a nadie. Se les hizo los exámenes médicos respectivos, concluyendo que no estaban vivos, ni muertos, encontrándose en un estado intermedio, que podría llamarse no-vida, como también no-muerte. Al comienzo hubo cordones de seguridad, pero al ver que no atacaban a nadie, se los dejó andar libremente. Además, no se podía hacer otra cosa, pues eran cada vez más. Empezaron saliendo de las tumbas, del ya mencionado cementerio de Cikowice y luego de otros pueblos aledaños. Cuando ya eran bastantes, se formaron en pequeños batallones, los cuales avanzaron a dar el encuentro a los finados que despertaban en el Cementerio de Rakowice de la ciudad de Cracovia. De allí avanzaron conjuntamente al Castillo de Wawel, a recibir el despertar de los reyes de Polonia y otros personajes históricos, enterrados allí.
Lo particular del caso es que se trataba de un fenómeno específicamente polaco. El único país del mundo en el que esto sucedía era Polonia y todos los zombis eran étnicamente polacos.
Hasta que cierto día empezaron a atacar a los extranjeros que se encontraban en Polonia. Estos, conforme a las reglas del género, a la menor mordida, se volvían zombis. Pero no cualquier tipo de zombi, sino zombis polacos.
El tema fue causando o acentuando las divisiones en el seno de la sociedad polaca, lo cual se notaba en el lenguaje. Quienes los llamaban „zombis” o „muertitos” añoraban el mundo anterior al del despertar de estos personajes. Quienes los llamaban „los retornados”, consideraban como un hecho grandioso el que „retornaran” para devolverle la gloria y esplendor a Polonia. Había los que se dejaban morder a propósito, para convertirse en zombis. Para lograrlo fingían ser rusos o alemanes, mascullando algo en ruso o lanzarle vivas a Hitler, que era lo que más enfurecía a los zombis. La Iglesia Católica polaca también se dividió. Había los sacerdotes, que estaban a favor de la limpieza étnica y otros que escondían a los extranjeros.
Cuando los zombis superaron en número a la población viva del país, se lanzaron a atacar a los países colindantes. El zombi del rey Juan III Sobieski, seguido de sus huestes (obviamente de zombis) marchó sobre Viena, el zombi del líder independentista Józef Piłsudski partió hacia Rusia y así por el estilo.
Simultáneamente empezaron a despertar zombis de ascendencia polaca en otros lugares del mundo, como Estados Unidos o Australia. Estos daban la bienvenida a las tropas de los zombis, salidos de Polonia, que se lanzaron a la conquista del mundo entero.
Sucedió luego que los zombis empezaron a atacar a los mismos polacos. El primer ataque fue a un niño de la colonia polaca de Chicago, pero luego se sucedieron otros, en la misma Polonia.
Finalmente los zombis arrasaron con todo ser humano vivo que se les cruzaba en el camino. Hasta asediar, a Jakub, sus amistades y vecinos, quienes luego de un sinnúmero de aventuras, se habían resguardado en el Santuario de Jasna Góra, convento - fortaleza de la ciudad de Częstochowa; creyeron estar en el último bastión humano. Los seis murieron abrazados, luego de haber hecho volar por los aires el convento, con tal de no caer vivos en manos de los zombis.
Esta extraña historia, que al principio podría parecer graciosa, es en realidad una parodia aterradora del nacionalismo polaco. Del popular, del literario, así como del que es ahora credo del partido gobernante de Polonia.
Ficha bibliográfica:
Jacek Dehnel: „Pero con nuestros muertos” (Ale z naszymi umarłymi)
Cracovia, Wydawnictwo Literackie, 2019
Número de páginas: 320
Idioma: Polaco
Esta será una breve reseña biográfica del ocultista polaco Czesław Czyński (1858 - 1932), titulada "Czesław Czyński. El adepto negro” de Zbigniew Łagosz.
En el primer capítulo el autor nos habla de los orígenes familiares del personaje en cuestión. Czesław Czyński procedía de una familia de frankistas. (Vale decir, de los seguidores de Jakub Frank, convertidos al catolicismo). Se crió en Francia, donde sus padres se vieron obligados a emigrar luego del Levantamiento antizarista de 1863, en el que su padre participó activamente. Luego de aproximadamente doce años se establecieron en Galitzia, la región de Polonia que formaba parte del Imperio Austrohúngaro. Czesław era uno de los once hijos que su madre tuvo en dos matrimonios. Tenía a la sazón 28 años, cuando su padre, Józef Czyński, se suicidó.
Siendo aún muy jovencito, Czesław entró a trabajar de practicante en la „Librería Polaca” de la ciudad de Lwów. Pero su jefe, Adam Bartoszewicz, se quejaba de que se dedicaba más a leer que a trabajar. Por lo que en 1879 lo envió a vender libros en la región de Galitzia. Pero Czesław jamás rindió cuentas de cómo le fue con el negocio, quedando en deuda con su jefe. Se estableció luego donde su hermano Ludomir, quien era panadero en la localidad de Jarosław, dedicándose a enseñar francés. Primero en una escuela de enseñanza media de esa ciudad y luego en diferentes instituciones educativas de la región de Galitzia.
Pero Czyński estaba obsesionado con que el mundo científico y/o académico lo reconociera como gran investigador en sus temas, cosa que no sucedía. Sus temas estaban ligados a la hipnosis, la grafología y el reconocimiento del carácter por la forma del cráneo, el rostro, así como de los dedos de las manos y los pies.
Así que partió a buscar suerte en París, donde se inició en la Orden Martinista, fundada por Papus. Desde ese instante, se convirtió en su discípulo hasta el fin de sus días.
Un tiempo después, Czyński conoció en Dresden a la baronesa Hedwig von Zeidlitz. El ocho de febrero de 1894 en el vestíbulo del Hotel Europeo de Munich, se realizó el falso matrimonio entre ambos. Y pongo „falso”, puesto que Stanisław Wartalski, quien ofició de pastor, en realidad no lo era. Unos días después, el 16 de febrero del mismo año, en una reunión a la que los „recién casados” acudieron, para supuestamente, recibir la bendición del padre de Hedwig, Czyński fue apresado. Lo acusaron de haberla inducido a tal acto, mediante la hipnosis, si bien Hedwig lo negó rotundamente. Posteriormente, la acusación fue cambiada por la de bigamia. Pero la pareja quedó definitivamente separada. Luego de tres años de prisión Czyński fue liberado y partió a San Petersburgo.
Y aquí tenemos que volver a mencionar a Papus, quien viajó tres veces a Rusia, a encontrarse con el zar Nicolás II y su esposa. Predijo al Zar que lo matarían los revolucionarios. Pero le prometió que mientras estuviera vivo, velaría por él. Aparentemente le advirtió que se cuidara de Rasputín.
A Rusia también llegó, recomendado por Papus, su maestro, llamado Philippe de Lyon. Éste le habría predicho a la Zarina, que tendría un hijo varón, cosa que ella deseaba ardientemente, pues la continuación de la dinastía estaba en peligro, pero el embarazo resultó ser falso. Luego del escándalo, pues el tema trascendió a la prensa, Philippe fue desterrado de Rusia.
Así estaban las cosas, cuando Czesław Czyński, como representante de la Orden Martinista para Rusia y demás países eslavos, hizo su entrada en San Petersburgo, vinculándose al Zar Nicolás II. Sin embargo, luego de un tiempo, fue confinado por orden del Zar, en la propiedad de Koczewo, que mientras tanto, había adquirido. El confinamiento se debía, según Czyński, a las intrigas de Rasputín, quien no deseaba competencia en la Corte.
Luego de algunos años se fugó a Varsovia, ocultándose de la policía zarista en un manicomio y declarándose luego muerto. Pero aquel mundo se acabó, Polonia recuperó su independencia y cayó el Imperio Zarista, por lo que Czyński salió de su escondite.
Se quedó en Varsovia, dedicándose a la Orden Martinista y a enseñar los temas que siempre le habían apasionado. Hasta que, sin prueba alguna, fue acusado de satanista. El ataque incluyó difamaciones en la prensa, e incluso la publicación de novelas policíacas, en la que se le mencionaba con nombre falso, pero reconocible. El autor de las novelas era Stanisław Wotowski, dueño de una agencia de detectives y aparentemente, miembro del Servicio de Inteligencia. Quien estuvo detrás del complot fue el Cardenal Albin Dunajewski, quien se atenía a las directivas de la Encíclica antimasónica del Papa León XIII.
A raíz de los ataques, Czyński cayó en la miseria, siendo acogido por su sobrina. Se dedicó a levantar cartas natales por el módico pago de cinco zlotys. Vendió su departamento, para adquirir uno más pequeño, donde falleció, luego de recibir la extremaunción, en 1924.
Esta reseña es apenas una breve pincelada de la biografía alucinante de un personaje, digna de ser llevada al cine.
Ficha bibliográfica:
Zbigniew Łagosz: „Czesław Czyński. El adepto negro” (Czesław Czyński. Czarny adept)
Varsovia, Wydawnictwo Okultura, 2017
Número de páginas: 272
Idioma: Polaco
Si pudiéramos reseñar la poesía, ésta no sería poesía, sino prosa. Podemos describir un poema, hablando de su rima, su ritmo y su cadencia. Pero lo esencial del mismo está entre líneas. Y este principio universal se aplica también a la poesía de Gabriela Cuba Espinoza. Poesía, que con un verso sobrio, toca temas variados y múltiples, muchos de los cuales se entrecruzan en varios de sus poemas.
Un tema recurrente en su quehacer poético es el de la vida y la muerte entrelazadas. Muerte y vida como dos caras de la misma moneda. O, dicho de otra manera, la muerte como parte de la vida. El transcurrir del tiempo y la brevedad de la vida en su paso hacia la muerte. La muerte presente incluso en los poemas amorosos, como cuando nos dice en „Susurros al alba”:
La piel es un campo de batalla
Y morimos en cada contienda.
La muerte como liberación y olvido, como cuando nos dice en „El baúl de ébano”, que su abuela:
Ahora duerme entre finos lienzos
Sin memoria y sin heridas.
Pero así como hay un anhelo, hay también un temor ante la muerte. Temor ligado a la angustia existencial, cuando la poetisa se pregunta porqué y para qué estamos aquí. Hay pues también varios poemas de corte filosófico.
Las almas, sombras, monstruos y espectros pueblan las páginas de este libro. Y porqué no, también los duendes. En el poema „Sobre las nubes” nos dice:
Sabías que hay montañas en el cielo
Que las nubes se persiguen incansables
Donde habitan unos duendes misteriosos
Navegando sobre el río de los sueños…
Y es que todos estos seres están ligados al mundo de los sueños, el cual en muchos de estos versos, pareciera tener más presencia que la realidad de la vigilia.
Otro tema recurrente es el de la compenetración con la naturaleza. El paisaje andino está presente en tales poemas como „Flor andina”, „Atardecer serrano” o „Pueblo andino”. Se utiliza allí vocablos como: aymara, chakitaqlla, puna o ichu, comprensibles casi tan sólo en nuestras latitudes. Recordemos que la autora ha vivido diez años en el Cusco, donde pertenecía a un círculo de caminantes, con el cual recorría la campiña y los pueblos aledaños.
Pero su compenetración con la naturaleza no se limita tan sólo al paisaje andino, pues tenemos el poema „La vendimia”, donde la autora nos habla de Galicia, región española en la que vivió varios años. Pareciera que el poema „Semillas” alude también al paisaje andino, pues nos habla de campos:
Acunados entre viejas montañas
Pero no necesariamente es así, pues el mundo está poblado de valles y viejas montañas; y la autora ha tenido una vida variada y cosmopolita. En „Pueblo viejo” tenemos un pueblo que simboliza cualquier pueblo del mundo. Y tan sólo por este verso:
Por calles donde camina el cierzo
sabemos que se trata de un pueblo al norte de España, lugar por donde sopla ese tipo de viento.
El cantar a la naturaleza, no la hace necesariamente benigna. En „Mirando al mar”, la autora nos dice:
Y mi cuerpo se estremece en silencio
Al sentir el vacío… en una gota de mar.
Y es que el vacío, tanto como la angustia existencial y el hastío de la vida, son temas recurrentes en su poesía. El amor, la soledad, el deseo, son también temas que se repiten, muchas veces, como ya dijimos, entrelazados con el tema de la muerte.
Otro tema es el del interjuego entre el silencio y la palabra. El anhelo del silencio, a pesar de que la herramienta del poeta es la palabra. En el poema „Las palabras te desnudan”, se habla de las palabras como armas que te desarman. Podríamos decir que este poema viene a ser como el Ars poetica personal de la poetisa.
La preocupación social es otro tema recurrente en este libro. La preocupación social entrelazada con la historia. Y porqué no, también con la esclavitud, como en el caso del poema „Caña brava”. La preocupación por la ecología del planeta se manifiesta en el poema „Nacimiento”. En „Cuando se junten las aguas”, la autora se identifica con todas las mujeres del mundo, independientemente de su procedencia.
Resumiendo diremos que se trata de un libro, atravesado por múltiples temas, muchos de ellos, ligados desde hace siglos al quehacer poético. Escrito con un verso sobrio y puro, cuya lectura recomendamos a todos los amantes de este género.
Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Palabras preliminares al poemario "Sentidos" de Gabriela Cuba Espinoza
Lima, Yaku Editores, 2020