He visto la película "Alicia en el país de las maravillas" de Tim Burton. Lamento decirlo, pero la película pareciera ser una traición al espíritu del verdadero País de las maravillas, que es el país de la sinrazón. A excepción tan sólo de la escena en la que Alicia cae al hueco, y se achica y se agranda, antes de cruzar la puerta. Las escenas anteriores y posteriores a su entrada al País de las maravillas tampoco vienen al caso. Es lamentable que tanta tecnología, tantos efectos especiales de la patada, tan buena actuación y tan buena dirección, no hayan servido para entregar el espíritu de la verdadera Alicia, la Alicia a la que amonestaran las flores, la oruga, el sombrerero loco, la liebre de marzo... La Alicia a la que las únicas palabras que le dirigiera el conejo blanco, luego de que ella lo persiguiera pasando mil aventuras, fueran:
- Ana María, vamos, vamos rápido. Vuelva a casa y tráigame un par de guantes de cabritilla.
¿Y que diría el pobre Lewis Carroll si se levantara de la tumba y viera la película? Supongo que volvería a caer muerto...
- Ana María, vamos, vamos rápido. Vuelva a casa y tráigame un par de guantes de cabritilla.
¿Y que diría el pobre Lewis Carroll si se levantara de la tumba y viera la película? Supongo que volvería a caer muerto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario