Este es un pequeño
comentario a la novela „Los
libros de Jacob”
(Księgi
jakubowe)
de Olga
Tokarczuk,
obra que le valió el Premio Literario Nike 2015, uno de los mayores
premios en cuanto a literatura polaca se refiere. Olga Tokarczuk es
actualmente una de las escritoras más reconocidas de Polonia. Y digo
que es pequeño, porque la novela sobrepasa cualquier comentario
posible.
El protagonista de la novela, el judío polaco Jacob Frank (Jakub Frank),
seguidor de Sabatai Tzvi, fue un personaje histórico quien tuvo un sinnúmero de
seguidores, llamados frankistas. Sabatai
Tzvi fue a su vez un judío
turco, quien en el siglo XVII se declaró el mesías. (Recordemos
que en el universo judío aún se espera la llegada del mesías. De
tiempo en tiempo aparece alguien que se declara como tal. Uno de
ellos fue Jesús, otro Sabatai Tzvi. Ambos son considerados como
falsos mesías por quienes siguiendo ligados a la tradición del
judaísmo, no son sus seguidores. Pero aparte de ellos hubo muchos
más).
De familias de frankistas, ya que
solían casarse entre ellos, descendían, entre otros, la madre y la
eposa del poeta Adam Mickiewicz. La novela levantó polvareda en
Polonia, lo cual indica que tocó carne en cuanto a la interpretación
de la historia se refiere.
Se trata pues de una novela histórica. Pero la obra de Olga Tokarczuk es de por sí bastante indefinible y cobra repentinamente giros inesperados. En el caso de esta novela vemos que en medio de la narración, aparentemente realista, aparece el personaje de Yenta (Jenta), abuela de Jacob, quien, debido a un mal manejo de la magia, queda suspendida entre la vida y la muerte. Aún respira y su cuerpo no se ha enfriado. Pero ya no se mueve, no habla ni recibe alimentos. Está en medio de los vivos, sin responder a los estímulos, como si fuera un mueble. Y sin embargo su espíritu flota y ve todo desde arriba, ve a toda su descendencia, sus hijos, nietos y bisnietos, ve lo que pasa en Polonia y lo que pasa en Esmirna en Turquía, donde se encuentra Sabatai Tzvi. Y Yenta se divierte. Se divierte, porque ha engañado a todos. Es un espíritu libre de las ataduras del cuerpo, pero que tampoco ha sido enviado al mundo de los muertos, ya que aún respira. Es pues un espíritu libre de las ataduras de cualquier mundo, tanto de los vivos, como de los muertos.
Se trata pues de una novela histórica. Pero la obra de Olga Tokarczuk es de por sí bastante indefinible y cobra repentinamente giros inesperados. En el caso de esta novela vemos que en medio de la narración, aparentemente realista, aparece el personaje de Yenta (Jenta), abuela de Jacob, quien, debido a un mal manejo de la magia, queda suspendida entre la vida y la muerte. Aún respira y su cuerpo no se ha enfriado. Pero ya no se mueve, no habla ni recibe alimentos. Está en medio de los vivos, sin responder a los estímulos, como si fuera un mueble. Y sin embargo su espíritu flota y ve todo desde arriba, ve a toda su descendencia, sus hijos, nietos y bisnietos, ve lo que pasa en Polonia y lo que pasa en Esmirna en Turquía, donde se encuentra Sabatai Tzvi. Y Yenta se divierte. Se divierte, porque ha engañado a todos. Es un espíritu libre de las ataduras del cuerpo, pero que tampoco ha sido enviado al mundo de los muertos, ya que aún respira. Es pues un espíritu libre de las ataduras de cualquier mundo, tanto de los vivos, como de los muertos.
Uno de los muchos personajes históricos presentes en la novela es Benedykt
Chmielowski,
sacerdote católico y autor de la primera enciclopedia polaca, quien en su búsqueda de conocimiento acude donde el
rabino, cosa vedada para la sociedad de la época; por lo que lo hace
a escondidas, tratando de que nadie de su círculo lo vea. El padre
Chmielowski es un hombre muy compasivo y es parte de su compasividad
también, el querer compartir todo el conocimiento del mundo a través
de la enciclopedia, que en medio de las largas noches de invierno, se
esfuerza en elaborar.
Respecto al tema
de la conversión de los judíos al catolicismo vale la pena explicar
algo que el libro no explica, tal vez por considerarlo tácito. La apostasía, vale decir el abjurar de la religión
propia, a la que uno pertenece y/o en la que ha sido formado,
estaba penada
con la muerte en la República de los Nobles, conocida oficialmente
como la
República
de las dos Naciones (Polonia y Lituania). No se obligaba a convertir
al catolicismo a nadie, como en el caso de la España de los Reyes
Católicos o la Roma de los Borgia. Tampoco se expulsaba del país a
nadie por motivos religiosos. Pero sí estaba prohibido pasarse de
una religión a otra. Si naciste judío, debías morir judío. Es por
eso que Moliwda, otro de los personajes de la novela, quien infortunadamente se enamora de una judía,
luego de la muerte de su esposa debe fugarse por un buen tiempo del
país. Y es a él a quien le cuentan el caso de uno de los condes
Potocki, quemado en la hoguera luego de convertirse al
judaísmo.
El trámite solicitando el
permiso del arzobispo para que
los frankistas, todos ellos de procedencia judía, se conviertan al
catolicismo, es un trámite largo y engorroso. Quien se hace cargo
del trámite es Moliwda, el único que por su procedencia social (los
condes Kossakowski) y su formación, tiene los contactos y la
capacidad para hacerlo. El trámite finaliza exitosamente, el permiso
les es otorgado
por el rey Augusto III y el
17
de setiembre de 1759
tres mil judíos se
bautizan en la catedral de Lwów, convirtiéndose a la fe católica.
Jakub Frank
y sus seguidores más
cercanos lo hacen en la
mencionada catedral, pero simultáneamente hubo otras conversiones en
Lublin y Varsovia. Al convertirse cambian de identidad, adoptando
nombres provenientes del santoral católico en su versión polaca y
apellidos polacos. Muchas veces adoptando el apellido del padrino o
de la pareja de padrinos (quienes al ser matrimonio usan el mismo
apellido), los cuales procedían de la nobleza, incluida la
aristocracia, polaca. Cambian también de
atuendo, dejan de usar las
tradicionales gabardinas
y pasan a vestirse como la nobleza polaca.
No se trata pues sólo
de una conversión religiosa sino también de una conversión social.
(Y es en
medio
de
ese río revuelto que el padre Chmielowski, desbordado por la
compasividad, se juega su propio pellejo al hacer pasar por un judío
que se quiere convertir al catolicismo a un siervo fugitivo de los
bienes de su señor feudal).
Sin embargo Jakub Frank y sus
seguidores no comulgan con la mayoría de las tradiciones católicas,
siguen practicando rituales internos entre ellos y son objeto de
sospecha de la curia. En consecuencia Frank es arrestado y encerrado
en la fortaleza de Częstochowa,
donde pasa trece años y
de donde es liberado recién por los rusos, cuando la repartición de
la República de las Dos Naciones en 1773. Sus seguidores se mudan
desde otras partes de Polonia a Częstochowa
para estar cerca a su maestro.
Para
finalizar diré que el tema histórico presentado en la novela ha
sido casi totalmente desconocido para el lector polaco hasta la
publicación de este libro. Y que si bien hubo muchos judíos en
Polonia, quienes se plegaron al movimiento frankista, hubo muchos
también que no, lo cual nos
muestra que no se puede hablar de los judíos polacos como de una
comunidad homogénea. Diré también que hemos analizado el texto principalmente desde el punto de vista histórico, sin adentrarnos en su riquísimo valor literario. Y que esta
reseña es tan sólo un simple pincelazo en el que se presenta de una
manera general a unos cuantos de los múltiples personajes
de una vasta obra de más de 900 páginas, cuya lectura recomendamos
a todos aquellos que dominen el polaco, ya que entiendo que todavía
no ha sido traducida al castellano.
Isabel
Sabogal Dunin-Borkowski
Ficha bibliográfica:
Olga Tokarczuk: "Los libros de Jacob" (Księgi Jakubowe)
Cracovia, Editorial Literaria (Wydawnictwo Literackie), 2014
Número de páginas: 912
ISBN: 9788308049396
Idioma: Polaco
Ficha bibliográfica:
Olga Tokarczuk: "Los libros de Jacob" (Księgi Jakubowe)
Cracovia, Editorial Literaria (Wydawnictwo Literackie), 2014
Número de páginas: 912
ISBN: 9788308049396
Idioma: Polaco
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