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lunes, 13 de mayo de 2019

La novela "El monumento de la Emperatriz Acaya" como una obra abierta

Para empezar quiero advertir, que esta entrada será comprensible sólo para los lectores que hayan leído las reseñas de los cinco tomos de la novela „El monumento de la Emperatriz Acaya” de Andrzej Ziemiański, publicados previamente en el blog. A pesar de tantos personajes e historias entrelazadas en las más de 3900 páginas de la novela mencionada, hay algunos temas se quedan en el tintero. Aquí van algunos ejemplos.

En el primer tomo nos enteramos de la niñez de Kai. De que procedía de una familia noble, viviendo en una hermosa casa, rodeada de bosques, adonde iba a pasear con su nana, quien sabía mucho de hierbas y de quién aprendió bastante sobre el tema. De como partió luego con su padre hacia la Escuela del Desierto de Danoine, en una travesía que duró varios días, teniendo que hospedarse en posadas de diferente calidad. Nunca más supimos qué fue de su nana, qué de su padre, qué de su casa y de si los extrañaba. Tampoco se dice nada del tema, cuando Tomaszewski y Kai se prometieron mutuamente matrimonio en la Ciudad de los Dioses, planificando retornar juntos a Polonia.

Otro tema es el del joven que apareció al lado de Kai en el puerto de Yah, ayudándole a conseguir comida, vino y hospedaje y a llegar sana y salva, a pesar de encontrarse en un estado de resaca absoluta, a la nave en la que había de partir. Por más que el autor no lo diga, sabemos indiscutiblemente que se trata de Virus. Y lo sabemos, porque cuando el submarino „Dragon” apareció ante la nave en la que viajaba Kai y los oficiales polacos salieron a cubierta, el joven dijo que se trataba de oficiales, aunque, en medio de la confusión, nadie lo escuchó ni le hizo caso. Pero Kai nunca lo llegó a comentar, ni siquiera cuando Virus apareció al llamado de Anna Langberg en la Ciudad de los Dioses.

En el último tomo nos enteramos de que los ziemcy ya dominaron la técnica de la clonación. Sabemos también que el cuerpo de Acaya, sumergido en resina, se mantuvo intacto a través de los siglos. ¿Llegarán a clonarlo? ¿El doble de Acaya „retornará” a la vida, después de más de mil años? 

¿Y qué fue del hombre que trató de hacerse pasar por Chen ante Rosenblum? Y es que Rosenblum sabía que Chen le pasaba la información a Lewandowski y éste a Kawalec.   Sabía también que en esa red de inteligencia paralela a la suya propia, había un espía,  sin saber todavía de quién se trataba. Rosenblum se percató a tiempo de que el hombre, que le pusieron delante, era un sustituto de Chen, así que lo dejó con vida, advirtiéndole del peligro que corría. Jamás nos enteramos qué fue de aquel hombre y de si lo llegaron a matar.

Es como si estos temas fueran capullos, capaces de desarrollarse hasta crear, tal vez, otras novelas del universo de Acaya. Tal es el caso de Virion, guerrero y maestro de la espada, aparentemente invencible, con quien Acaya luchó en un duelo, en representación del Reino de Arkach. El autor nos comienza a contar la historia del guerrero, desde que era niño, habiendo publicado hasta ahora los dos primeros tomos de la novela „Virion”.  Novela que indefectiblemente continuará, pues la trama aún no ha acabado de desarrollarse.

Podemos decir pues que, siguiendo la terminología de Umberto Eco, que la novela „El monumento de la Emperatriz Acaya”, es una obra abierta.

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