miércoles, 30 de noviembre de 2016

Lo que escribo no tiene que ver con la literatura peruana

Reproduzco aquí la entrevista que me hizo hace algún tiempo Miguel Ángel Vallejo Sameshima y que salió publicada en el blog EnLima Agenda Cultural. (El enlace respectivo va al final de la entrevista). 
Isabel Sabogal, nieta del pintor José Sabogal, ha vivido entre el Perú y Polonia, y ese espíritu de viajera intercultural se percibe en su singular obra literaria. Su novela Un universo dividido (1989, reeditada en 2016), tiene como protagonista a una niña que desciende de ángeles, demonios y humanos. En una narración en primera persona, va descubriendo extraños espacios poblados por criaturas sinuosas del universo católico, en una huida angustiante que por momentos parece un encierro en movimiento. Sin duda, una novela muy rara para nuestro continente y, quizá, para el idioma español.
P. Disculpe por la pregunta obvia, pero siendo la suya una obra tan particular, debo consultarle por sus lecturas.
R. Me es difícil decirlo. Las influencias de Polonia son muy fuertes, el polaco fue mi primera lengua literaria. Mi libro de cabecera antes y durante la escritura de mi novela fue El manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki, un texto fantástico con muertos y apariciones. No es una novela típica de la literatura polaca, pero las influencias de esa parte del mundo son fuertes. Del lado peruano están Isaac Goldemberg y José María Arguedas, la recopilación que hace con Francisco Izquierdo de Mitos y leyendas del Perú es fascinante. También me marcaron las historias de condenados, mujeres que se convierten en chanchos o en burros, no necesariamente como obra escrita sino de cuentos que he escuchado.

P. Sin embargo, en su obra se usan solo referentes occidentales universales…
R. La novela está enmarcada en el universo católico. A mí misma me asombra, pues mi familia, si bien es católica, nunca fue muy practicante, pero en mi niñez en Europa me marcó la iconografía religiosa. A los doce años tuve un acercamiento muy fuerte al catolicismo, me puse a leer los evangelios; a los diecisiete años lloraba frente a la imagen de Cristo en el Gólgota, con el cáliz donde está el sufrimiento de la humanidad.

P. ¿Es usted creyente?
R. Sí, pero no de la manera más tradicional. Soy ascendente Piscis, eso nos hace muy creyentes.

La escritora es asimismo astróloga, oficio al cual se ha dedicado ocasionalmente en sus años viviendo en Cusco. Su visión del mundo es amplia como el cosmos pues descree de los regionalismos y las corrientes literarias. Esa libertad contrasta con el destino de su protagonista, a quien durante toda la novela le dicen qué debería hacer, tanto criaturas demoníacas como celestiales, y aun sus parientes humanos.
P. Esta protagonista que lucha por ser ella misma a pesar de las restricciones, ¿es un aporte al feminismo?
R. Me sorprende eso. El último calificativo que se me hubiera ocurrido era ‘feminista’. Fue algo inconsciente profundizar en las normas que se le indican a una mujer.

P. Sin embargo, creo que muchas personas pueden identificarse con su protagonista…
R. En la novela se especifica que ella, como un ser triple, demoniaco, humano y angelical, es alguien único en el universo entero. Es la única que cruza el camino que separa el Cielo del Infierno. No sé si todos se pueden identificar con eso, pues ella se siente aislada de los demás.

Este aislamiento de la protagonista sí se parece al destino original de la novela, que fue muy difícil de publicar.

P. ¿Qué le dijeron los críticos en la década de los ochenta frente a una novela fantástico-maravillosa en una época en que no se valoraba el género?
R. Luis Alberto Ratto me dijo que no la entendía, pero me contactó con Washington Delgado, quien alabó el manejo del lenguaje y preguntó por qué no escribía algo más realista. Estuardo Núñez alabó mi poesía, pero me dijo sobre mi novela que “hay que escribir lo que está a la moda”. Solo que a mí la moda nunca me ha interesado, ni siquiera para vestirme. Luego, ante una convocatoria del Instituto Nacional de Cultura, me enviaron una carta diciendo que “la autora no conoce la realidad peruana”, como si eso tuviese algo que ver con la literatura. Del otro lado, Ricardo González Vigil me recomendó leer El Señor de los Anillos y Honorio Ferrero me acogió como su discípula, empezó a prestarme libros.

Si publicar la primera edición fue una odisea, tres días después de la presentación Sabogal emigró con su familia a Polonia, preocupada por el avance del terrorismo en el Perú. Quizá por eso no tuvo una repercusión muy grande en su momento.
P. ¿Considera que hoy hay más apertura para este tipo de novelas?
R. En el mundo editorial, sí. Bueno, mi novela se ha vuelto a publicar luego de veintisiete años, en parte gracias a los encuentros de literatura fantástica que organiza Elton Honores donde volvió a hablarse de ella. Sin embargo, siento que lo que yo escribo no tiene nada que ver con lo que hacen otros escritores de literatura fantástica en el Perú. Me siento como el personaje de la novela, totalmente aislada y diferente.