martes, 4 de diciembre de 2007

Fragmento del antiblog (tres)

- Siéntate y acomódate, Isabelita – me dijo Doris – Baraja las cartas, que tenemos aún mucho que conversar y mucho pan por rebanar. Acomódate, Isabelita, recupera tu capacidad creativa, suelta fuera todo aquello que te va torturando por dentro. Suéltalo y libérate para poder seguir avanzando, que aunque el viento haga que el tiempo sople a tu favor, éste sigue corriendo irremediablemente hacia delante.
Y heme aquí, como la niña sin nombre, reviviendo la historia al contarla. Y como la niña sin nombre había vuelto a mi ciudad natal, luego de haber atravesado el Cielo y el Infierno, confundida entre tiempos y culturas disímiles. Esta era la ciudad sin fin, de cuyas piedras y veredas iban surgiendo recuerdos ligados a la más tierna infancia. Esta era mi ciudad natal y a la vez no lo era, pues como dijera Doris al tirarme el tarot, alguna vez fui una ñusta incaica, lo cual irremediablemente me condujo al Cusco, y alguna otra vez anduve también entre la India y el Tibet. Se apoderaba de mí un cansancio de siglos. ¿Acaso no bastaba con las viscisitudes de esta vida en curso? ¿No quedaba acaso la esperanza de poder descansar al fin después de tanto trajín? Se sucedían no sólo los días, los meses y los años, sino también las vidas tras las vidas.
En alguna vida anterior había sido quemada por “brujita” y astróloga. Fui asesinada más de una vez y en más de una vida. De allí me venía el temor o desgano a juntarme con la gente, de allí el afán a encerrarme en una torre de marfil, a la cual casi nadie tenía acceso.
El mar seguía golpeando entre la niebla con su ritmo monótono, del cual estuve apartada tantos años, que me parecían siglos. Y la tarde gris se convirtió en una noche tenebrosa la vez en que me dejé raptar por los demonios. Invoqué a los ángeles con todas las fuerzas de mi ser, pero aquella vez no aparecieron...

Lima, cinco de octubre del 2006

domingo, 18 de noviembre de 2007

Fragmento del antiblog (uno)

Y era como si viviera simultáneamente en varios niveles que no se tocaban. Un nivel era el del aquí y el ahora, el de barrer la casa, preparar el desayuno y conseguir para vivir. Otro nivel era el del fluir del subconsciente, las relaciones entre los planetas, el conocimiento exacto del futuro. Era el nivel de la dimensión cósmica, por así decirlo. Durante muchos años me perturbó, no permitiéndome llevar una vida dentro de los límites de lo comúnmente llamado “normal”, pero luego, con mucho esfuerzo, logré separar ambos niveles. Antes, la única manera de librarme del mismo, era plasmar en el papel las visiones que me atormentaban. Será por eso que, al debilitarse las visiones, dejé de escribir.
Y además estaban los niveles de los diferentes idiomas y culturas en los que me había criado y a los cuales pertenecía.

Cusco, diciembre del 2001

domingo, 23 de septiembre de 2007

Sobre la obra literaria de Isabel Sabogal


Respecto de su obra Pedro Granados nos dice en su artículo Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también de otras latitudes: “De Requiebros vanos cabe puntualizar lo que dice Javier Sologuren en el breve prólogo al libro: "Es en el amor y la muerte, hontanares que jamás cesan, donde abreva su verso imbuido de una pureza adolescente y abierto a relampagueos visionarios". Afines en el espíritu y semejantes en calidad, agregaríamos, a los del joven y malogrado poeta Javier Heraud. Pureza (autenticidad), capacidad de visión y tino de una muchacha que, aunque sea también lo femenino un tema visible en su obra, acierta en no tratar de escribir de modo fundamentalista, sino que nos habla del "amor y la muerte" que es común a todos.”
Pedro Granados distingue además en su poesía un aura núbil y feérica, y un inquietante, sutil y hondo erotismo, aunque diriamos que muy sutil en comparación a lo que han escrito y publicado otras mujeres de su edad.

Podemos decir que en la obra de Isabel Sabogal, como bien lo señala Granados, al describir su obra como “escrita desde el entrecruzamiento cultural”, confluyen dos vertientes literarias y culturales básicas: la hispano – andina propia del Perú y la polaca. Esto dificulta un tanto el análisis de la misma, porque muy poca gente maneja ambos códigos. Dificulta también la clasificación de la escritora dentro de una categoría establecida, que es a lo que principalmente se dedica la crítica literaria. Como ejemplo bastan los epígrafes de sus libros: los del poemario Requiebros vanos, y de la novela Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido son de Baczyński, poeta polaco muerto en el levantamiento de Varsovia, a los veinticuatro años de edad, en traducción de la misma poetisa:

Tan sólo sabemos: en el último sueño del sufrimiento
hay una casa esculpida en el sol y bajo ella la tierra tibia...

y

Danos labios como nubes celestes
que son puras bajo el trueno cayente.

El epígrafe del poemario Todo está hecho a la medida de ti misma es de Czeslaw Milosz, poeta polaco, premio Nobel de Literatura 1980 y también en traducción de la misma poetisa:

De la materia tenaz ¿Qué podemos rescatar?
Nada, a lo sumo la belleza
Y entonces deben bastarnos las flores del cerezo,
Y los crisantemos y la luna llena...

En cambio el epígrafe del poema Felicidad con el que se inicia Requiebros vanos es de César Vallejo:

Y cuándo nos veremos con los demás al borde
de una mañana eterna, desayunados todos.

Gérard Romuald Szkudlarski nos comenta en el epílogo de la novela Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido: “Del universo fantástico de la novela, sólidamente estructurado parten algunos brotes de otras expresiones vecinas: lo mágico, lo maravilloso, lo extraño, lo sobrenatural, lo esperpéntico, lo diabólico y también lo realista...”

Tanto en su prosa como en su poesía está muy presente la cosmología católica, cuyos personajes, además de los humanos, son los ángeles y demonios, y los lugares, aparte de la Tierra, el Cielo y el Infierno. La novela Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido trata sobre una niña de naturaleza triple humano – demoníaco – angelical, que desde niña recorre “los insondables caminos del Universo”, esto es la Tierra, el Cielo y el Infierno. Son personajes de la obra Dios y Lucifer, y los demonios discuten con los ángeles sobre la naturaleza del Bien y el Mal. Es luego de la lectura de la novela que Gonzalez Vigil le aconseja leer El señor de los anillos de Tolkien, autor en ese entonces casi desconocido en el Perú. Es también después de la lectura de la novela que Onorio Ferrero le presta dos novelas de Gustav Meynrick: El Golem y El dominico blanco. Hay similitud de temas con estas obras, si bien no influencia. De lo que si hay influencia es de la novela El manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki, autor polaco que escribía en francés, y que fue libro de cabecera de la autora, mientras escribía la novela; de Sor Juana de los ángeles de Jaroslaw Iwaszkiewicz; de las obras de Isaac Bashevis Singer, de las escandinavas Sigrid Undset y Selma Lagerlof; y por supuesto de los peruanos como José María Arguedas y Alfredo Bryce Echenique; y de los latinoamericanos como Jorge Luis Borges y García Márquez.
Podemos decir pues que la obra de Isabel Sabogal es de múltiples influencias culturales, con algunos temas puntuales que la atraviesan: el erotismo, la recreación de tópicos clásicos como el efímero paso del tiempo en el poema Carpe diem, el amor y la muerte, la presencia tangible del Bien y el Mal, a través de la presencia de Dios y Lucifer, de los ángeles y demonios, entremezclado todo con “el más acá de lo diario”. En el poema Cayara vemos la ligazón de la autora al mundo andino y al universo arguediano. Los personajes míticos a los que allí alude están presentes en la mitología andina y en el libro Mitos, cuentos y leyendas del Perú, recopilación que hicieran José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos.

Lima, 2006

Lo escribí en tercera persona en respuesta a algunos comentarios e interrogantes sobre mi obra, tales como la pregunta clásica: "¿A que generación perteneces?”.


miércoles, 13 de junio de 2007

Sobre Isabel Sabogal

Suele decirse que toda interpretación es a la vez una traición. “Traduttore tradittore” dice un dicho italiano. Esto podemos aplicarlo, ya sea, a la interpretación como traducción, esto es, de un idioma a otro, a la interpretación de la realidad social o cultural circundante (sociología, antropología), a la interpretación de los hechos (historia) o a la interpretación de una o varias obras artísticas, incluida la literatura (crítica literaria).
En cuanto a la crítica literaria peruana, considero al igual que González Vigil y otros que se ha abusado mucho del concepto de “generaciones”. La generación del 50, del 70, del 80, del 90, etc. Pues una generación presupone, no sólo el haber nacido o el haber comenzado a publicar en el mismo idioma, espacio geográfico y en un lapso de tiempo similar, sino el haber compartido espacios comunes, así como un mínimo común denominador en cuanto a estilo y en cuanto a temas literarios. Según Ortega y Gasset este lapso de tiempo es de quince años, si bien algunos críticos de la escena nacional lo redujeron a diez, e incluso menos.
Es comprensible que la crítica literaria como cualquier disciplina, necesite categorizar para poder analizar, pero toda categorización es limitante por definición. ¿Pues que podemos decir de quienes nacieron en el mismo espacio geográfico, pero llevaron una vida un tanto nómade, nutriéndose de diferentes culturas y modus vivendi, escribiendo en más de una lengua, sobre temas totalmente disímiles a los de la generación “que les corresponde” y en un estilo totalmente diferente?
Es el caso de Isabel Sabogal, quien si bien es limeña de nacimiento pasó la mitad de su vida fuera de Lima, viviendo en lugares tan disímiles como pueden serlo Varsovia y Cracovia en Polonia o Huaraz y Cusco en el Perú.
- Al año me llevaron a México – nos cuenta Isabel – me regresaron a los dos años, y si bien no recuerdo nada de eso, algo debe haber quedado en mi memoria subconsciente. Cumplí diez años en altamar, en medio del Atlántico. Hice cuarto grado de primaria en Gottingen, en Alemania. Aprendí el alemán, sé que lo hablé bien, pues recuerdo el contenido de libros que leí en alemán, pero ya olvidé el idioma.
Su primera lengua literaria fue el polaco, lengua en la que escribió su primera novela, a los doce años de edad, cuando vivía en Varsovia. Retornó luego con su familia a Lima, pero siguió escribiendo en polaco durante muchos años, mientras finalizaba el colegio, y mientras estudiaba Lingüística y Literatura en la Universidad Católica de Lima.
- Me costó mucho cambiar de lengua literaria – nos cuenta Isabel – Lo logré intentanto traducir una novela, aún inédita, que escribí durante cinco años, al castellano, pero en realidad lo que hice fue escribir otra novela. Esta novela se publica en Lima en 1989 con el título Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido con Ignacio Prado Pastor Editor, reeditándose en 1993.
De la novela se pasa al relato y de allí a la poesía. Curiosamente, lo primero que publica es el poemario Requiebros vanos, con Ignacio Prado Pastor Editor, Lima, 1988.
En 1989 viaja a Polonia con una beca para traducir literatura polaca al castellano, otorgada por el Ministerio de Arte y Cultura de Varsovia.
En Polonia se hace traductora jurada del polaco al castellano. Dicta cátedra en la Universidad Jagiellónica de Cracovia del curso “Aproximación al mundo andino”. Publica apenas un relato y un fragmento de su novela inédita en la prensa polaca. En 1998 decide regresar con su familia al Perú, luego de una estadía de nueve años en Polonia, tanto en Cracovia, como en el campo de Cracovia.
- Puedo decir que así como conozco el Perú profundo, así también conozco la Polonia profunda – nos dice Isabel – La mayoría de la gente de mi edad salió del Perú para no regresar y 1989 fue el año en el que más gente salió en aquella época. Sin embargo, nosotros regresamos. Llegué a la conclusión de que no podía vivir fuera del Perú. Me despertaba llorando, soñando con el olor a eucalipto. Pero, gracias a Dios, nos libramos del paquetazo y de la época de mayor crisis en el país.
Se establece con su familia en el Cusco, donde en el 2000 es candidata al Congreso de la República por Perú Posible con el Nº 63. Trabaja con turistas franceses y polacos. Participa activamente en la vida literaria y cultural de la ciudad. Desde el 2002 ha publicado periódicamente su poesía en el diario “El Sol” del Cusco. Estos poemas forman parte del poemario Todo está hecho a la medida de ti misma, aún inédito en forma de libro. Isabel agradece la acogida que su poesía tuvo entre la población cusqueña.
En Cusco participa en la organización del III Encuentro Sur – Peruano de Escritoras en el 2003, en el Comité Cívico de Defensa del Patrimonio Cultural del Cusco, en la Asociación de Escritoras del Cusco y en la Asociación de Artistas del Cusco.
En el año 2005 retorna a Lima, después de dieciséis años de ausencia. Trabaja en turismo receptivo y como traductora del polaco al castellano y viceversa, autorizada por la Embajada de Polonia en Lima.
La antología Poesía, Perú s. XXI, publicada el 2007 en Lima por la fundación Yacana incluye dos poemas suyos: Cayara y Todo está hecho a la medida de ti misma, así como algunos poemas de su hija Alejandra Málaga Sabogal.

Esta pequeña introducción biográfica nos permite presentar al personaje y a su vez argumentar que el análisis de su obra, categorizándola en función de generaciones, ya sea dentro o fuera del Perú, no encaja. Si bien cronológicamente le correspondería pertenecer a la así llamada “generación de los ochenta”. Como ella misma dice:
- Muchos de nosotros, poetas y escritores, nos identificamos con determinadas escuelas, tendencias poéticas, ligadas a un lugar y una generación determinada, y que se van definiendo en conversaciones de café y en tertulias interminables. Otros lo hacemos en la soledad, independientemente de lo que hagan nuestros coetáneos, nutriéndonos directamente de las fuentes clásicas. Es con estos últimos, con los que me identifico.

Lima, 2006


Lo escribí en tercera persona en respuesta a algunos comentarios e interrogantes sobre mi persona, tales como la pregunta clásica: "¿A que generación perteneces?".