Respecto
de su obra Pedro Granados nos dice en su artículo Los
poetas vivos y más vivos del Perú,
y
también de otras latitudes:
“De Requiebros
vanos cabe
puntualizar lo que dice Javier Sologuren en el breve prólogo al
libro: "Es en el amor y la muerte, hontanares que jamás cesan,
donde abreva su verso imbuido de una pureza adolescente y abierto a
relampagueos visionarios". Afines en el espíritu y semejantes
en calidad, agregaríamos, a los del joven y malogrado poeta Javier
Heraud. Pureza (autenticidad), capacidad de visión y tino de una
muchacha que, aunque sea también lo femenino un tema visible en su
obra, acierta en no tratar de escribir de modo fundamentalista, sino
que nos habla del "amor y la muerte" que es común a
todos.”
Pedro
Granados distingue además en su poesía un aura núbil y feérica, y
un inquietante, sutil y hondo erotismo, aunque diriamos que muy sutil
en comparación a lo que han escrito y publicado otras mujeres de su
edad.
Podemos
decir que en la obra de Isabel Sabogal, como bien lo señala
Granados, al describir su obra como “escrita desde el
entrecruzamiento cultural”, confluyen dos vertientes literarias y
culturales básicas: la hispano – andina propia del Perú y la
polaca. Esto dificulta un tanto el análisis de la misma, porque muy
poca gente maneja ambos códigos. Dificulta también la clasificación
de la escritora dentro de una categoría establecida, que es a lo que
principalmente se dedica la crítica literaria. Como ejemplo bastan
los epígrafes de sus libros: los del poemario Requiebros vanos,
y de la novela Entre el Cielo y el Infierno, un Universo dividido
son de Baczynski, poeta polaco muerto en el levantamiento de
Varsovia, a los veinticuatro años de edad, en traducción de la
misma poetisa:
Tan sólo sabemos: en el último sueño del sufrimiento
hay una casa esculpida en el sol y bajo ella la tierra tibia...
y
Danos labios como nubes celestes
que son puras bajo el trueno cayente.
El
epígrafe del poemario Todo está hecho a la medida de ti
misma es de Czeslaw Milosz, poeta polaco, premio Nobel de
Literatura 1980 y también en traducción de la misma poetisa:
De la materia tenaz ¿Qué podemos rescatar?
Nada, a lo sumo la belleza
Y entonces deben bastarnos las flores del cerezo,
Y los crisantemos y la luna llena...
En
cambio el epígrafe del poema Felicidad con el que se inicia
Requiebros vanos es de César Vallejo:
Y cuándo nos veremos con los demás al borde
de una mañana eterna, desayunados todos.
Gérard
Romuald Szkudlarski nos comenta en el epílogo
de la novela
Entre
el Cielo y el Infierno, un Universo dividido:
“Del universo fantástico de la novela, sólidamente estructurado
parten algunos brotes de otras expresiones vecinas: lo mágico, lo
maravilloso, lo extraño, lo surnatural, lo esperpéntico, lo
diabólico y también lo realista...”
Tanto
en su prosa como en su poesía está muy presente la cosmología
católica, cuyos personajes, además de los humanos, son los ángeles
y demonios, y los lugares, aparte de la Tierra, el Cielo y el
Infierno. La novela Entre el Cielo y el Infierno, un Universo
dividido trata sobre una niña de naturaleza triple humano –
demoníaco – angelical, que desde niña recorre “los insondables
caminos del Universo”, esto es la Tierra, el Cielo y el Infierno.
Son personajes de la obra Dios y Lucifer, y los demonios discuten con
los ángeles sobre la naturaleza del Bien y el Mal. Es luego de la
lectura de la novela que Gonzalez Vigil le aconseja leer El señor
de los anillos de Tolkien, autor en ese entonces casi desconocido
en el Perú. Es también después de la lectura de la novela que
Onorio Ferrero le presta dos novelas de Gustav MeynrickEl Golem y
El dominico blanco. Hay similitud de temas con estas obras, si
bien no influencia. De lo que si hay influencia es de la novela Elmanuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki, autor polaco
que escribía en francés, y que fue libro de cabecera de la autora,
mientras escribía la novela; de Sor Juana de los ángeles de
Jaroslaw Iwaszkiewicz; de las obras de Isaac Bashevis Singer, de las
escandinavas Sigrid Undset y Selma Lagerlof; y por supuesto de los
peruanos como José María Arguedas y Alfredo Bryce Echenique; y de
los latinoamericanos como Jorge Luis Borges y García Márquez.
Podemos
decir pues que la obra de Isabel Sabogal es de múltiples influencias
culturales, con algunos temas puntuales que la atraviesan: el
erotismo, la recreación de tópicos clásicos como el efímero paso
del tiempo en el poema Carpe diem, el amor y la muerte, la
presencia tangible del Bien y el Mal, a través de la presencia de
Dios y Lucifer, de los ángeles y demonios, entremezclado todo con
“el más acá de lo diario”. En el poema Cayara vemos la
ligazón de la autora al mundo andino y al universo arguediano. Los
personajes míticos a los que allí alude están presentes en la
mitología andina y en el libro Mitos, cuentos y leyendas del
Perú, recopilación que hicieran José María Arguedas y
Francisco Izquierdo Ríos.
Lima, 2006