domingo, 14 de noviembre de 2010

Esbozo de ensayo sobre el pensamiento positivista

Según Ouspensky el positivismo es el período más negro en la historia del pensamiento humano. Se pierde en detalles inocuos que no vienen al caso. El ejemplo que da es el siguiente: para el pensamiento positivista los pájaros cantan, porque ese canto atrae a las hembras y así se reproducen sexualmente. Cuando tal vez la razón misma de su reproducción y existencia sea la de embellecer con su canto la tierra. Según “El Arqueometro” de Saint-Yves d'Alveydre la educación pagana no es una cosa casual, sino que hay seres, potencias negativas que están detrás de ello. Swedenborg, citado por Borges, trata como si nada historias del Cielo y el Infierno, de ángeles y demonios, caídas y subidas del alma como cosas ciertas. Mi novela no tiene pues nada de nuevo. Incluso se sitúa dentro de la ficción, no como Ouspensky o Saint-Yves. Los indios ven encantos e ichiqolqos como si nada, tan reales como la mesa y el pan. Para lo único que me ha servido escribir esta novela es para ir descubriendo todo esto poco a poco. Al igual que García Márquez cuando supo que había un hombre con cola de iguana en Barranquilla. Cuánta más ficción uno crea, más se da cuenta de que es más real de lo que creía. Por lo tanto quien pretenda quedarse con el concepto de lo que es “real” sólo para su cultura o para la cultura oficial de la cual pretende ser parte, se pone anteojeras voluntariamente. Quien quiera romper o superar su condición cultural, social, etc., ha de romper todos esos atavismos, toda esa manera de ver el mundo, que se nos trató de inculcar desde pequeños. Sino seguiremos como los demonios de la novela, creyéndonos todo lo que la cúpula demoníaca conceptúa para conquistar el mundo.
No sé aún como formularlo, pero las ciencias sociales no llegarán a nada ni en este país, ni en el mundo entero, mientras no consideren todos los elementos de la cultura estudiada como reales, en el real sentido de la palabra, como la mesa y el pan. Mientras se considere que el ichiqolqo es una creencia, una sugestión o Dios sabe que, porque yo no lo veo, así mil indios lo vean, no se llegará a nada. Hasta los españoles eran más respetuosos en eso, porque consideraban que los indios hablaban con el demonio. Negativizaban al otro ser, pero lo situaban dentro de lo real. No como ahora que se considera que el indio es como un niño, que no sabe ni lo que ve, ni lo que dice. Ningún libro que yo haya leído hasta ahora trata el problema de frente. Todos lo eluden, lo evaden, incluso Dumézil o Nathan Wachtel. Hablan de que lo importante es el simbolismo y no el hecho real, no el que haya sucedido realmente o no. Tal vez Szemiński sea el único que se libre, el más imparcial y más respetuoso, pero esa es su manera de ser hasta en lo diario. Y yo creo que si es importante el hecho real. Creo que tan sólo considerándolo real, se revalorizará una cultura vejada desde hace tantos siglos. No eludiéndolo. Quisiera reformular todo esto en un lenguaje más teórico y asequible, pero aún no sé como.
Lima, 17 de julio de 1985

1 comentario:

  1. ¿Hasta qué punto podemos discernir entre lo que es real y lo que no lo es? Interesante reflexión.

    María C.

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