jueves, 11 de junio de 2020

Sobre la novela "La noche de Kupala" de Katarzyna Berenika Miszczuk


Esta será un breve reseña de la novela „La noche de Kupala”, segundo volumen de la serie „La flor de helecho” de Katarzyna Berenika Miszczuk. Sugerimos al lector leer primero la reseña de la novela „La murmuradora”, primer volumen de la serie, para facilitar la comprensión del texto.

Durante la noche de Kupala, Gosia pensaba entregar la flor de helecho a Mieszko, de quien estaba perdidamente enamorada, para poder librarlo así de la carga de la inmortalidad. Mieszko se encontraba agotado después de una vida de más de mil años. Las mujeres que amaba, entre ellas, sus nueve esposas y sus varias concubinas, envejecían y se convertían en polvo. Sus compañeros de armas habían caído en batallas, sucedidas hacía siglos. Pero él seguía vivo, forzado a ocultar su identidad verdadera. La inmortalidad lo tornó solitario. Gosia fue la primera mujer con la que estuvo, luego de una pausa, de aproximadamente trescientos años.
La diosa de la fertilidad y la tierra, Mokosz, estaba de acuerdo con Gosia, pues le dijo:
- ¡Cuando le entregues la flor, volverá a ser mortal! Podrá morir y su sangre me alimentará. La vida debe acabar con la muerte. Ese es el único sentido, la única verdad. No hay nada más allá de eso”. *
Se lo dijo, luego de haber provocado a sangre fría, la muerte de quienes se reclamaban sus seguidores. Gosia, muy impactada, se lo comentó a la murmuradora, preguntándole por la naturaleza de los dioses, a lo que ésta le dijo:
„- Los dioses piensan con otras categorías. (…) Tienen otras prioridades. No sé si viven o si simplemente existen. No tienen en cuenta la temporalidad. ¿Y nosotros? Nosotros somos para ellos, lo que para nosotros los insectos”. **
Gosia le objetó diciendo:
„- De alguna manera dependen de nosotros. (…) Veles se ocupa de nosotros después de la muerte. ¿Por qué? Si no significáramos nada para él, no tendría porqué hacerlo. ¿O sí tendría? Les pedimos salud y generosidad para con nosotros y ellos, a veces, nos lo conceden. ¿Por qué? Mokosz cuida de la naturaleza, aunque nadie le obligue a hacerlo. De alguna manera dependemos los unos de los otros. No somos hormigas para ellos. Debe haber algo que nos une. ¡Cierta interdependencia!” ***

Gosia sabía que los dioses tenían semideidades a su servicio, que le seguían los pasos. Tan es así que llegó a enterarse tardíamente, que Sława, la amiga en quien confiaba plenamente y con quien compartía el departamento de Kielce, era una rusałka. Por eso era que Sława se teñía constantemente el pelo, para que no se notara que el verde era su color natural.
Por lo que Gosia sabía, „se convertían en rusałki, las jóvenes muertas justo antes de su matrimonio, y en południce, las que perdieron la vida, el día de su matrimonio o inmediatamente después”. **** (Aclaramos que rusałki es el plural de rusałka). Las rusałki y południce estaban al servicio de Sviatovit, dios del día.
Al servicio del mismo dios estaban también algunos płanetnicy, seres que lanzaban la lluvia desde las nubes y que luchaban con el żmij, serpiente malévola de piedra. Uno de los płanetnicy, Radowit, más conocido como Radek, aparecía constantemente delante de Gosia, y de paso, la cortejaba. Se habían conocido en una discoteca de Kielce, adonde Sława le presentó a sus amigos. Gosia se percató de que había algo raro en ellos, sin imaginarse siquiera que todos eran seres sobrenaturales. Y es en aquel entonces, ella no creía ni en los dioses, ni en las entidades que tenían a su servicio.
Al servicio del dios Veles, estaban en cambio los vampiros y los utopce, espíritus de quienes murieron ahogados.
Había otros seres, como el leszy, cuyo dominio era el bosque, por lo que vestía traje de guardabosque, y cuya piel parecía la corteza de un árbol. 

Otro ser sobrenatural, al cual conoció en la discoteca y con el que se topaba Gosia era la południca Żywia. (Aclaramos que południca es el singular de południce). Żywia trabajaba a diario en una fábrica de cosméticos, fingiendo ser una simple humana. Conforme a la leyenda, paseaba por los campos los mediodías de verano, provocando la muerte de niños y ancianos, por insolación. Debía hacerlo vestida de blanco y llevando una hoz en la mano.
Gosia la distinguió desde el lugar donde se estaba celebrando una ceremonia de cortapelo y se le acercó. Żywia se asombró de que Gosia conociera su verdadera naturaleza, diciéndole:
„- Me ven con la hoz sólo aquellos que creen en la existencia de las południce. Vale decir que en estos tiempos, casi nadie me distingue, cuando paseo por los campos. Nadie me teme, nadie se va corriendo a gritos. No hay nada más aburrido que la eternidad”. *****
Le dijo también que, a pesar de ello, seguía haciendo su ronda diaria, obligada por un imperativo interno. Pues si no lo hacía, se enfermaba.

Fue Żywia, quien con engaños, llevó a Gosia donde Ote, quien hacía más de mil años había sido esposa de Mieszko. Ahora Ote era una estriga, ser que arrancaba las entrañas de quienes aún estaban vivos. Gosia recordó, lo que le había contado alguna vez la murmuradora: „La estriga es un demonio. Surge de una mujer muerta que nació con dos almas o dos corazones”. ******
Ote le dijo, que al igual que ella, toda vidente, luego de muerta, se convertía en una estriga. Y se lo explicó de esta manera:
 „Cuando morimos, nos convertimos en estrigas, porque sólo una de nuestras almas llega a Wyraj, el mundo de los muertos. La otra se queda aquí. Para siempre”. *******
Luego Ote se lanzó sobre Gosia con la intención de matarla, pero ésta logró escapar, gracias a los amuletos que le había dado la murmuradora.
Al día siguiente, estando a solas con Mieszko, Gosia le dijo:
„Me encontré con Ote, quien alguna vez fue tu mujer. Es una estriga. Me dijo que quiere matarme, porque hicimos el amor. Me dijo que durante siglos mataba a todas las mujeres con las que estuviste”. ********
Mieszko se mostró reacio a creerlo, si bien posteriormente, confirmó que así era. Gosia hizo prometer a Mieszko y a la murmuradora, que en caso de convertirse, luego de muerta, en estriga, la matarían. Y es que la búsqueda de la flor de helecho durante la noche de Kupala, entrañaba para ella, un peligro de muerte.
Luego de un sinnúmero de aventuras vividas esa noche, Gosia logró entregarle a Mieszko la flor de helecho, para que bebiera su infusión. Éste preparó y bebió la mitad de la infusión, rociando la otra mitad sobre el vientre de Gosia, cuyas entrañas habían sido desgarradas por Ote. Gosia se curó, pero Mieszko, tal vez por haber bebido sólo la mitad, no se volvió inmortal…


* Katarzyna Berenika Miszczuk, „La noche de Kupala”, p. 272
** Op. cit., p. 287
*** Op. cit., p. 287
**** Op. cit., p. 174 
***** Op. cit., p. 164
****** Op. cit., p. 139
******* Op. cit., p. 184
******** Op. cit., p. 191
Traducción: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski

Ficha bibliográfica:
Katarzyna Berenika Miszczuk: „La noche de Kupala” (Noc Kupały)
Serie: „La flor de helecho” (Kwiat paproci)
Varsovia, Editorial W.A.B., 2016
Número de páginas: 416
Idioma: Polaco

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