- Vas haciendo el mundo todos los días tal cual te lo enseñaron – como decía don Juan. Y como dijera yo alguna vez: “Aquellos que nos hemos criado a caballazo entre varias culturas sabemos que la realidad no es algo concreto y tangible, sino una materia informe que vamos modelando día a día, como si reconstruyéramos eternamente el jardín del Edén. Entonces, sabiendo que todo es una ilusión elegiré para mi no aquello que supuestamente coincide con mi condición social, sexo y edad, sino lo más hermoso.”
Así escribía yo hace siete años, creyendo en la ilusión loca de mi juventud de aquel entonces, pues a los treinta años aún era una niña, que el dibujo que iba a hacer de mi vida, iba a ser trazado a trazos limpios y firmes, guiados únicamente por mi mano. Pero el dibujo no lo hago sólo yo, participan en él otras personas, cercanas y lejanas, y la sociedad o sociedades circundantes que se interponen con sus dibujos propios, haciendo lo imposible por agujerear el mío. Entonces hay que tener la fuerza de un titán, oh Dios mío, la fuerza que a veces me falta, para hacer oídos sordos y seguir el camino y el rumbo que nos hemos propuesto trazar.
Porque la sociedad circundante te lo perdona todo: el robo, la traición, el asesinato, menos el hecho de que vivas trazando un dibujo que no es el suyo. Pues entonces sale a relucir que la realidad en la que creen incondicionalmente es tan sólo una ilusión, y la tierra firme que están pisando se torna un lodo pantanoso en el cual pueden hundirse. Entonces, antes de hundirse ellos, utilizan todas las mañas posibles por hundirte a ti, para así poder volver a sentir que lo que pisan es tierra firme, roca de los cerros y no un mar ondulante que no se puede arar ni cosechar.
Cracovia, 1992
Publicado en el libro "Un chin de amor" de Pedro Granados.