Czeslaw
Milosz nació en Lituania pero es considerado polaco por el idioma
que optó. El pueblo donde nació, Seteniai, perteneció a la Rusia
zarista, ahora a la República de Lituania donde, cómo no, “se
entrecruzan varias vertientes culturales ligadas a determinada
religión o idioma” (I. Sabogal). Lituania en el mapa a veces
figura como parte de Europa oriental y otras como parte de Europa
occidental, por hallarse en el límite entre ambas. El lugar donde
nació el poeta es por demás “un territorio de fronteras
movedizas”. Esta circunstancia es una de las marcas de la poesía
de Milosz que ha sido felizmente captada por Isabel Saboga en este
libro, tan así que el primer poema con el que empieza titula EN
MI PATRIA.
Que
dice: En
mi patria a la que jamás volveré / hay un lago inmenso en medio del
bosque, / y nubes anchas, deshechas, hermosas / lo recuerdo al echar
la mirada hacia atrás. / Y el murmullo de aguas quietas en un
atardecer oscuro, / Y el fondo, de hierba espinosa cubierto, / el
grito de gaviotas negras, lo rojo de los atardeceres fríos, / el
vehemente silbido de las cercetas en lo alto. / Duerme en mi cielo
ese lago de espinas, / me inclino y veo allí al fondo / el brillo de
mi vida. Y aquello que me aterra, / está allí hasta que la muerte
me configure por los siglos.
La
imagen del poema es poderosa: el cielo que se refleja en el lago
permite concebir también la imagen de ese lago en el cielo, que a
diferencia del lago de la tierra este se mueve, en tanto el poeta se
mueva. Y en el fondo de ese lago del cielo personal, movible se halla
el brillo y lo que le aterra de su vida hasta la muerte. Este poema,
como en general buena parte de la poesía de Milosz, es uno de los
que mejor expresa la idea de que la patria no está en un territorio
sino que está interiorizada en los sujetos que viven esa patria
aunque estén pisando diversos suelos. Se expresa la idea de que la
patria y la cultura se llevan la lengua que uno habla y la historia
de esa lengua. De ahí que, por ejemplo, se pueda establecer un
vínculo, a primera vista inimaginable, entre Milosz y Arguedas, pues
el escritor peruano acaso no crea una imagen semejante al lago de
Milosz, con aquel bello título Los
ríos profundos,
donde podía encontrar lo más esencial de su ser cultural y su ser
humano, aquel escritor que se sentía como un demonio feliz por ser
un peruano que orgullosamente hablaba en cristiano y en indio. Que
sostuvo que cualquier sujeto no engrilletado por el egoísmo y la
estupidez puede vivir feliz todas las patrias. Milosz explora una vez
más ese sentimiento a manera un ars poética en el micropoema
Hipótesis:
Si es que, dijo, escribías en polaco / para castigarte por tus
pecados, serás redimido.
En ambos casos subyace la noción, más aún, de que la patria
también se hace con palabras. Acaso no es también el sino de Isabel
Sabogal que viviendo las dos culturas, la polaca y la peruana, está
viviendo feliz sus patrias al mismo tiempo que las recrea.
Jorge Monteza
Texto de presentación del libro
el día 13 de noviembre del 2012
en la Sala Polivalente de la Alianza Francesa
Arequipa
Jorge Monteza
Texto de presentación del libro
el día 13 de noviembre del 2012
en la Sala Polivalente de la Alianza Francesa
Arequipa
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