Es un libro un poco sobre nada y todo a la vez. El autor inicia el libro diciéndonos que nació el primero de mayo de 1980, a las 11:05 de la mañana en la ciudad de Gdańsk. Dato que incluyo en esta reseña, por si algún astrólogo visitara este blog, tentado por el casi nulo contenido astrológico que éste conlleva.
En este libro, escrito en forma de un diario, llevado durante un año, desde su cumpleaños número 33 hasta el 34, el autor lanza algunas reflexiones irónicas y autoirónicas, sobre su propia vida, sus ancestros, Polonia, la literatura, el cristianismo, el catolicismo polaco… Nos relata algunos puntos del enredo religioso familiar, que ya conocíamos de la novela “El jardín de Lala”. Quién y en qué generación era de qué religión y porqué se convirtió a otra, siempre dentro del espectro cristiano. La opinión de su abuela sobre la matanza de los inocentes, que la hizo distanciarse desde niña de la Iglesia organizada. La revelación de Pablo, camino a Damasco, que según el autor, le fue dada por Lucifer. Diciéndonos que Saúl (a quien se niega a llamar Pablo, nombre que le fue dado durante la revelación) era peor que Judas. (Seis años después de haber escrito esas líneas, en mayo del 2019, el autor hizo pública su apostasía en relación a la Iglesia Católica).
- ¡Qué buena vida! - se dice una al pasar las páginas del libro. El autor se dedica a leer, escribir, correr para mantenerse en forma, supervisar la remodelación de la antigua casona en la que vive, en pleno centro de Varsovia y viajar, para presentar su obra y/o conversar con los traductores sobre la misma. Viajes que aprovecha para hacer turismo. Nos dice, de paso, que uno aprende más de su propia obra, cuando la traduce. La única excepción es un viaje de placer, hecho al sur de Italia.
Durante estas giras el autor se va cruzando con algunos escritores, cuyo nombre ya conocía, como Krzysztof Varga y Zygmunt Miłoszewski y con otros, cuyo nombre desconocía, como Katarzyna Fetlińska. Menciona también a Linda, poetisa de flores y jardines, a quien conoce en una gira por Inglaterra. Gira durante la cual visita la casa de las hermanas Brontë y las lomas, que sirvieron de modelo para las "Cumbres borrascosas".
Hay también una descripción detallada de su viaje a la India, que incluye un encuentro, o más bien desencuentro, con escritores hindúes, entre ellos, el mayor poeta en lengua urdu. Cosa de la que el autor se entera, cuando el poeta ya se ha ido.
Viajes, que de hecho se acabaron con esta pandemia, durante la cual el mundo dio un giro de tuerca, tornándose virtual. Pero, como dice el dicho, nadie nos quita lo vivido.
Gracias al libro me voy enterando pues de nombres de lugares, escritores, pintores e incluso santos. Como San José de Cupertino, el santo que volaba contra su propia voluntad.
Aparte de los viajes, el autor nos habla de su participación en un grupo voluntario, que se dedica al cuidado del cementerio judío de Varsovia. De sus lecturas, las películas que ve, las series televisivas, los juegos, las exposiciones y museos que visita, las obras de teatro y conciertos a los que asiste. De los lugares, restaurantes y cafeterías, adonde suele asistir en Varsovia. Y hasta de sus sueños.
También nos cuenta de las conversaciones que sostiene con su pareja y sus amigos. E incluso nos comenta las conversaciones de los compañeros de ruta, en cualquier bus o tren del camino. Nos cuenta como, por ejemplo, durante el viaje de Gdańsk a Tczew, dos hombres miran por la ventana diciendo adónde va qué tren y qué carga lleva. Conversación aparentemente absurda, pero que no deja de ser interesante, o en todo caso, divertida.
(Y me acordé de las conversaciones de los pasajeros en el tren de Krzeszowice a Cracovia, que tanto me llamaban la atención.
- Yo tengo (vale decir, el departamento que me adjudicaron tiene), cuarenta y cinco metros cuadrados - decía un señor.
- Y yo tengo cuarenta - le respondía la mujer que estaba al frente suyo.
Entonces el hombre le mostraba el juego de cubiertos que había conseguido, desenvolviéndolo y volviéndolo a envolver en papel).
Al finalizar el libro, el autor nos dice:
„Fue un año de unos cuantos viajes lejanos, remodelación de la casa, la cocina y la dentadura, encuentros con personas y libros, conversaciones realizadas y escuchadas; no sucedió durante su transcurso nada particular, ni bueno, ni malo. El deslizamiento de una cuenta más sobre un hilo de longitud desconocida”. *
¡Vaya comentario! No sé si es soberbia o humildad, el considerar que no hay de particular en viajar invitado a presentar su obra por el mundo entero y tener los medios para remodelar su departamento. Departamento que se encuentra, dicho sea de paso, en el mero centro de la ciudad de Varsovia.
Si bien el autor es consciente de que el mundo en el que vive se puede desmoronar en cualquier momento, como un juego de naipes. Y de que es un privilegio el pertenecer a la generación a la que pertenece. Y lo dice de esta manera, al hablarnos de su madre:
„Nació tres años después de la guerra, alimentada hasta la saciedad, como todos los de su generación, por el trauma de la guerra, criándose en un país arruinado, calcinado, repleto de tumbas frescas, recubierto por las cenizas de los crematorios. Efectivamente, durante toda su vida, no hubo una guerra de verdad, pero eso es, si miramos la historia de Polonia, una situación anormal, cada generación tuvo su guerra o levantamiento. Cada tiempo de paz era pasajero. ¿Por qué ahora habría de ser de otra manera, acaso somos mejores, merecedores de la paz? ¿Qué hicimos para merecerlo?”. **
Y con esta cita acabo la reseña, deseando a los lectores, un año mejor que el que está finalizando.
*Jacek Dehnel, “Diario del año crístico”, p. 510
** Op. cit., Pp. 449-450
Traducción: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Ficha bibliográfica:
Jacek Dehnel: „Diario del año crístico” (Dziennik roku chrystusowego)
Varsovia, Editorial W.A.B., 2015
Número de páginas: 512
Idioma: Polaco
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