lunes, 8 de febrero de 2016

Sobre el Cementerio Británico del Callao

Capilla ecuménica
El antiguo Cementerio Británico fue creado por Decreto Supremo del Gobierno del Perú en 1834. En 1836 se entregó la propiedad del terreno adjudicado, en lo que en aquel entonces era el pueblo de Bellavista, al Cónsul General de Su Majestad Británica en el Perú. Los súbditos británicos residentes en el Perú fueron los encargados de la construcción y administración del cementerio. En 1955 se creó el “nuevo” Cementerio Británico, sito en la cuadra 21 de la Av. Colonial, también en el distrito de Bellavista. (Fuente: Página del cementerio). Colinda con el Cementerio Judío y éste a su vez con el Cementerio Baquíjano y Carrillo del Callao.
Nos preguntaremos, por qué existiendo tantos cementerios, los británicos se empecinaron en tener el suyo en territorio peruano. Responderé a ello, repitiendo, lo que hace muchos años ya, me contaba mi madre. En aquel entonces en el Perú solo existían cementerios en los que se enterraba en nichos, costumbre inconcebible en la mayoría de países europeos, aparte de España, Portugal y el sur de Italia. Mi madre me decía que para enterrar a alguien allí, había que demostrar su procedencia europea, no ibérica, requisito que ahora ya se dejó de exigir. Me decía también que en las capillas de los demás cementerios, sólo se podía oficiar misa católica, mientras que en el Británico hay una capilla ecuménica en la que se puede oficiar cualquier rito cristiano, ya sea católico, ortodoxo, anglicano, o de cualquier otra confesión protestante.
Es por eso que vemos allí lápidas con nombres y apellidos alemanes, rusos, polacos, húngaros, croatas, griegos y otros más. Vemos también lápidas talladas totalmente en la lengua de origen, así como otras en alfabeto griego o cirílico. Como si fuera un símbolo de la muerte venciendo todas las enemistades al juntar en la misma tierra a todos aquellos que lucharon entre sí en el continente europeo, pero que a pesar de todas las diferencias tenían algo en común: la costumbre de ser enterrados bajo tierra…
Costumbre que está muy arraigada también en la cultura polaca, tal como lo muestra, a modo de ejemplo, este verso extraído de un canto popular en la descripción de un entierro, hecha en el relato “En el valle del Sakwa” (W dolinie Sakwy) de Maria Konopnicka, el cual nos dice que el hombre:
...Chciałby sobie cicho spać u matuchny ziemi – Quisiera dormir en silencio donde la madrecita tierra.

Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Publicado en la Gazetka "Dom Polski"
Lima, Perú, N° 91
Octubre - Noviembre del 2015
 

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