Esta será una breve reseña del tercer tomo de la novela "El monumento de la Emperatriz Acaya" de Andrzej Ziemiański. Recomendamos leer previamente las reseñas del primer y segundo tomo, publicadas en el blog.
El tercer tomo se inicia con la expedición polaca, a cargo de Tomaszewski, navegando a ver que pasó con la nave „Gradient” que partió a hacer un reconocimiento en Banxi y con la cual se perdió la comunicación. Dieron con la nave vacía, sin encontrar a nadie a bordo. El ambiente estaba cargado, aunque ni siquiera se podía definir cuál era esa carga. No había huellas de sangre ni de lucha alguna. En medio de la búsqueda encontraron unas cintas de películas tituladas „Fenómenos", "Fenómenos intensos” y otros más. Empezaron a verlas para entender que fue lo que pasó, pero las cintas sólo mostraban, la misma cabina en la que se encontraban, hasta el cansancio. En la última cinta que lograron ver, los tripulantes primero señalaban, luego disparaban con la ametralladora y finalmente le tiraban granadas a algo que parecía emerger de debajo del agua, pero no se veía qué.
La Wyszyńska revisó el diario del botiquín de la nave, según el cual todos solicitaban cantidades ingentes de somníferos, antes de que la huella de su presencia en el barco desapareciera definitivamente. Encontró también una lata de conservas con huellas de mordida humana, como si alguien hubiera tratado de abrirla con los dientes. Dieron con las chalupas de la nave que navegaban cerca a la deriva. Efectivamente, estaban ahuecadas en la base.
Bajaron a tierra, siguiendo la huella del hombre, que según Kai percibía con sus poderes, llegó a alcanzar la orilla.
- Pero no llegó lejos - dijo ella - Pues llevaba la muerte dentro suyo.
Era una tierra helada donde no crecía nada. Un viento frío les calaba los huesos. Al poco tiempo dieron con un poblado miserable, compuesto de puras tiendas. Sus pobladores estaban tan aterrados, que ni siquiera atinaban a musitar alguna respuesta a las preguntas que les hacía Tomaszewski. Amenazándolos de muerte logró que le dijeran donde estaba enterrado el tripulante del „Gradient”, quien según ellos había fallecido de muerte natural. Tomaszewski exigió que lo desenterraran para determinar la causa de su muerte, a lo que se negaron rotundamente, según dijeron, por temor a „la maldición”. El temor era tan grande, que otra vez hubo que amenazarlos de muerte, para que procedieran. Mientras tanto Kai desapareció misteriosamente. Pero esta vez, ni siquiera las amenazas de muerte de Tomaszewski, quien desesperado, exigía que le dijeran dónde estaba la chica, surtieron efecto. Ya iban a fusilar a un miembro de cada familia del poblado, cuando los ingenieros Wyszyńska y Załuski encontraron a Kai.
Lo que había pasado es que la chica, en algún momento, se apartó del grupo. Luego, guiada por un llamado incógnito, levantó la tela de una de las tiendas, para ver que hacía el hombre que estaba allí sentado. Era un anciano, quien con un desprecio absoluto la trató de traidora, preguntándole por la gente que se diferenciaba de los demás en el barco. Hacía que Kai se retorciera de dolor, cada vez que demoraba en responder. Kai veía a Tomaszewski y la gente de la tripulación buscándola desesperados, entrando de tienda en tienda y trató de llamarlos, pidiendo auxilio. Pero la magia del hombre era poderosísima. Hacía que no pudieran verlos ni escucharlos.
Kai estaba tirada en el suelo, prácticamente sin vida, cuando la encontraron los dos ingenieros, en quienes la magia no hacía ningún efecto. Hubo que aplicarle adrenalina para reactivar la actividad del corazón. La Wyszyńska le disparó al mago, seguida de Tomaszewski, quien lo hizo en un arrebato de furia, impropio de su temperamento. Antes de que partieran le comunicaron, que el cuerpo desenterrado no llevaba ni la más mínima seña de putrefacción…
Poco tiempo después Izaak Rosenblum, miembro del Servicio de Inteligencia de la Marina de Guerra de Polonia y brazo derecho de Joachim Wentzel, pidió tener una entrevista con Rand. Le comunicó que estaba furioso por el ataque del que Kai había sido objeto y que el Consejo de Magos merecía un escarmiento. Y es que Kai, mientras tanto, había obtenido el grado de capitán en la Marina de Guerra de Polonia. El ataque a su persona, era pues, un ataque a un miembro de sus Fuerzas Armadas.
Rand ideó entonces que, a modo de escarmiento, Kai obtuviera el grado de Maestra en Magia. Y que la ceremonia, a la cual la asistencia del Consejo de Magos sería obligatoria, se realizara en el mismísimo Palacio Imperial de Negger Bank.
Durante la ceremonia, el maestro de la Escuela de Danoine sostuvo una conversación larguísima con Tomaszewski, diciéndole para empezar:
"Te transmitiré tan sólo un espejismo tejido de palabras, un reflejo tullido de las cosas verdaderas.” *
Luego de lo cual le relató, entre otros, lo siguiente: „Cuando los Dioses abandonaron nuestro mundo, dejaron detrás suyo lugares llamados cepas. Lugares donde se manifestaba la magia de los Dioses. El ser humano había de conocer esa magia. Pero no de golpe, no en sus inicios, porque se trata de cosas demasiado peligrosas. Todo reposa pues en las endósporas, esperando el momento en que la humanidad esté preparada.” **
Y ese momento se dará, le dijo "En el instante en el que por la opresión de los Ziemcy, los humanos necesiten ayuda. Si eso no sucede, las endósporas se cerrarán para siempre.” ***
¿Pero cómo abrir las endósporas? A través de una clave, dijo el maestro. Y esa clave sería el ser humano. Pero no un ser humano concreto, sino un grupo de gente. Pues, tal como siguió explicando: „¿Cómo encargar la misión a un solo ser humano?¿Y si fallara? ¿Entonces a un grupo de gente? No, no... Era toda una raza.
- ¿Raza? ¿Es que entendí bien? ¿Una raza humana?" - preguntó Tomaszewski.
„- Sí - respondió el maestro - "Gente, cuyos nombres procedían de las estrellas. Gente ungida para ser la élite del Reino más antiguo de Troy." ****
Y esos nombres eran Orión, Sirio, Amaltea y Acaya. Siendo la constelación de Acaya, un cuerpo invisible, a diferencia de los otros, desde el mundo de los Ziemcy.
Pero en algún momento, dijo el maestro, se rompió la transmisión de la clave de una generación a otra. Y la única representante de esa antigua raza pura, de la que se sabía algo concreto, era la Emperatriz Acaya. Y por eso hubo gente, que hizo esfuerzos inimaginables, para proteger su tumba.
El maestro dijo además que los Ziemcy ya habían llegado. Pero que llegaron antes del tiempo previsto por el plan divino, no estando la humanidad todavía preparada para ello. Pero por lo mismo, tampoco los Ziemcy lo estaban.
Luego de entregar los dos retazos de tela labrada en la base de Kong, Shen pasó a la clandestinidad. A través de los cuentacuentos callejeros, auspiciados generosamente por Rand, que iban de plaza en plaza y de pueblo en pueblo, la gente se fue enterando de la hazaña de Shen al tomar la cárcel de Negger Bank. Empezaron a llamarla la Liberadora del pueblo. Se pasaron la voz de donde se encontraba su campamento en las montañas y empezaron a acudir a él como voluntarios. Shen era tanto más reconocible, en tanto que el Imperio le puso un precio a su cabeza, estando los anuncios con su imagen en los lugares más concurridos de los pueblos.
Kadir siempre la acompañaba, apoyando no sólo con el armamento, sino también con su consejo y reflexiones. Sólo en sus brazos Shen lograba hallar el sosiego y supo, que a pesar de la diferencia de edad, pues él era mucho mayor que ella, era el hombre de su vida.
Los polacos produjeron más munición y piezas de repuesto para las „ametralladoras de Kadir”, en caso de que las necesitaran. Si bien, como oficialmente, no se metían en la contienda, lo hicieron de manera clandestina.
A través del amuleto que Kai le regalara alguna vez a Shen en el puerto de Yah, ambas podían comunicarse mentalmente. No era una comunicación directa, se daba más a través de sensaciones e imágenes que aparecían en sueños. Así fue como ambas supieron, que estaban cerca, la una de la otra, cuando Shen aún estaba luchando por sobrevivir en el bosque de Sait.
Y ahora también, Kai supo que Shen estaba mal y que se encontraba, rodeada de libros, en un templo de la Orden, ubicado en la punta de un cerro, cerca al camino a Banxi. Y que quería transmitirle algo muy importante referente a la ascensión por los cerros, la Orden y la Cordillera de los Dioses.
Efectivamente, Shen había llegado, acompañada de Nuk y Sharri, a una biblioteca de la Orden, que perduró en la Cordillera, en la ruta de los contrabandistas. Allí las atendió Brethe, bibliotecaria simpatiquísima, quien vivía sola en aquellas lejanías. Y fue allí donde Shen, atacada por una fiebre altísima, gritó en medio de su delirio que Kai había estado en peligro de muerte, pero que se había salvado.
Luego de que Shen se repusiera con las hierbas y cortezas de árbol que le preparara Brethe, las chicas se enteraron, revisando los materiales de la biblioteca y conversando con la bibliotecaria, que hubo miembros de la Orden que lograron cruzar al otro lado de la Cordillera de los Dioses. Esa, efectivamente, era una información importantísima y Shen movió cielo y tierra para pedir encontrarse con Tomaszewski. Cosa que no era nada fácil, al encontrarse Shen en plena clandestinidad. Tomaszewski llegó en un autogiro al lugar acordado, trayéndole de regalo un manual referente a la estrategia de la guerra de guerrillas, tema en el cual, como le dijo, los polacos tenían mucha experiencia.
Y es que hasta ese entonces los polacos creían ser los únicos en haber cruzado la Cordillera que separaba los dos mundos. Pero como esta novela pareciera ser una novela sobre universos en expansión, posteriormente se fueron enterando de más detalles sobre el asunto.
Un tiempo después los polacos partieron hacia el templo de Banxi, divididos en dos fuerzas, independientes la una de la otra. La de la Marina de Guerra, comandada por Tomaszewski, quien llevaba consigo los dos retazos de tela labrada, rescatados por Shen en la base de Hai Lo Park. Los acompañaba la Wyszyńska, así como Meredith, a quien Kai había hecho retornar a la vida. Éste estaba feliz, montando el caballo percherón que recibió de los polacos. Y obviamente Kai, a quien éste cariñosamente llamaba „mosquita”.
Y la otra, del Ejército, comandada por Baranowski, acompañada por los magos del Ejército Imperial. Si bien, teóricamente, la dirigía la coronel Thien, siendo los polacos sus aliados.
Los magos estaban desesperados por llegar, antes de la gran conjunción, a destruir el altar del templo de Banxi. Pero, poco tiempo antes, Baranowski ordenó acampar para dar socorro y reposo a las soldados heridas. El mayor de los magos trató de explicarle la importancia de llegar al templo a tiempo, diciéndole, entre otras cosas: ”Las soldados se deben sacrificar. Aquí se trata del bien del Imperio. De la existencia de todo el mundo conocido." *****
Pero a pesar de sus súplicas, Baranowski, quien no creía en la magia, decidió acampar.
A pesar de esa demora, ambos grupos llegaron casi simultáneamente al templo, si bien Baranowski un poquito antes. Tomaszewski le hizo llegar su reconocimiento por tal hecho a través de Selim Michałowicz y Baranowski aceptó cederle el paso.
Pero el terreno del templo era inmenso, abarcando varias hectáreas. ¿Cómo saber donde se encontraba el lugar al que debían dirigirse, vale decir, el altar? Y entonces la Wyszyńska sacó de su bolsillo el plan del templo de Banxi, con el altar señalizado. ¿De dónde lo tenía, se preguntó Tomaszewski, si el único ser humano que había llegado allí, sin regresar jamás, era el príncipe Osiatyński?
Mientras tanto comenzó la carrera entre Kai, acompañada de Leszek Siwecki y la Wyszyńska por un lado; y el cortejo de más de diez magos por el otro, por llegar el altar. Se encontraron en uno de los pasadizos, exigiendo los magos que Kai les dejara libre el paso. El mayor de los magos le exigió que se pusiera del lado adecuado, el lado indicado por los Dioses. Le llamó la atención por aliarse con un animal, vale decir la Wyszyńska, la cual le causaba tal repugnancia, que ni siquiera quería mirar. Trató de explicarle quienes eran los Ziemcy:
„Seres que surgieron a causa de la evolución animal. ¡Sin alma ni conocimiento de la magia, buscando, no el orden, sino la dominación! Exteriormente son similares a nosotros, pero ése es tan sólo un parecido ilusorio y superficial.” ******
Y le relató luego lo siguiente:
"No había cómo encontrar el criadero de los Ziemcy en el Universo entero. Los Dioses lo lograron. ¡Y el Dios mayor envió allí a su hijo menor, Jesús, para que lleve la luz incluso a los animales de la camada demoníaca!" *******
Pero los Ziemcy, dijo, no quisieron recibir la luz y lo mataron.
Para poder enviar su alma y voluntad al mundo de los Ziemcy, Jesús utilizó el altar del templo de Banxi. Pero luego llegó el príncipe celestial, vale decir Osiatyński, descubriendo el secreto del altar. Y activó parcialmente su mecanismo, de tal manera que la puerta quedó abierta para pasar a ambos lados.
"Y ahora" - dijo el mayor de los magos - "esos seres ajenos, animales sanguinarios, penetran a nuestro mundo. Uno tras otro. ¡Uno tras otro!" ********
Por eso, dijo, había que destruir el altar, antes de la gran conjunción que estaba por darse en un momento. Porque si no, luego de la conjunción los Ziemcy lo reactivarían. Sin embargo Kai, fiel a su grado de capitán de la Marina de Guerra de Polonia, resentida por el atentado del que fuera objeto y recordando las múltiples vejaciones que tuvo que sufrir en la Escuela del Desierto de Danoine, no cedió.
Mientras eso sucedía, Tomaszewski se dirigió hacia el altar por otra vía, listo a cumplir con su plan preestablecido. Y es que, como oficial del Servicio de Inteligencia, había ideado llevar en su grupo a la Wyszyńska, para saber cómo habían hecho los Ziemcy para penetrar la estructura administrativa de la República de Polonia. Pues ya tenía la información certera de que ella era uno de ellos.
Sabía además que ella accedería a cualquier cosa, con tal de poder extender los retazos de tela labrada sobre el altar del templo. Así que se acomodó a esperarla, detrás del altar, que había cableado con materiales explosivos, dispuesto a hacerlo estallar, si ella no respondía a sus preguntas. La Wyszyńska se quedó pasmada, al saber que había sido descubierta. Admitió ser una terrícola, vale decir, una de los Ziemcy. Dijo haber sido captada, todavía en su mundo por la organización del príncipe Osiatyński, partiendo luego en misión al mundo de los humanos.
Pero antes, en el momento de ingresar al templo, Tomaszewski y Mielczarek, su hombre de confianza, encontraron a un ciego, apresado tras unas rejas, quien dijo haber sido enceguecido por haber llegado al lugar donde se encontraba el monumento de la Emperatriz Acaya. Dijo también que era un viajero que procedía del otro continente. Continente que se encontraba en el mismo lado de la Cordillera, en el lado de la magia y del Imperio.
Ahora, al escuchar que hablaban un idioma ajeno, vale decir polaco, el ciego dijo unas cuantas frases en inglés. Tomaszewski quedó desconcertado al comprender que los anglos ya habían llegado al otro continente. La Wyszyńska aprovechó su desconcierto para desactivar el cableado y poner los retazos de tela sobre el altar. La puerta hacia el mundo de los Ziemcy había sido reactivada…
* Andrzej Ziemiański: „El monumento de la Emperatriz Acaya”, tomo III, p. 348
** Op. cit, Pp. 348 - 349
*** Op. cit, p. 349
**** Op. cit, p. 349
***** Op. cit, p. 688
****** Op. cit, p. 750
******* Op. cit, p. 751
******** Op. cit, p. 752
Traducción: Isabel Sabogal Dunin-Borkowski
Ficha bibliográfica:
Andrzej Ziemiański: „El monumento de la Emperatriz Acaya” (Pomnik Cesarzowej Achai), tomo III
Lublin, Editorial Fabryka Słów, 2014
Número de páginas: 800
Idioma: Polaco
Idioma: Polaco
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